El invierno climatológico (que recordemos que comenzó el día 1 de diciembre) ha llegado con una situación relativamente típica en nuestro país: las conocidas como calmas de invierno. Cuando el anticiclón queda estático sobre la Península Ibérica, durante el día tenemos temperaturas muy suaves, prácticamente primaverales (de hecho hemos alcanzado o superado incluso los 25°C en algunas zonas de la mitad oriental), mientras que por la noche la temperatura cae en picado, especialmente en fondos de valle o zonas deprimidas, como consecuencia de la inversión térmica, favorecida por los vientos muy débiles, uno de las señas de identidas de estas configuraciones sinópticas. Sin embargo, durante los últimos días ha sido noticia la niebla, que en algunos casos han dejado estampas espectaculares. Aunque hay que diferenciar entre las nieblas de irradiación que suelen formarse en zonas del interior (en los valles principalmente), debido al enfriamiento del aire cercano al suelo, que pierde temperatura rápidamente por irradiación. Estas nieblas pueden ser persistentes en situaciones anticiclónicas, cuando el aire no puede renovarse por la ausencia de movimientos convectivos.

Por otro lado, tenemos las noeblas advectivas, cuyo proceso de formación responde al desplazamiento horizontal de aire cálido y húmedo (en el caso de los últimos días) sobre una superficie a menls temperatura, como puede ser en esta época el Mediterráneo. Suelen ser más habituales de zonas marítimas. Hace unos días, en Benidorm pudimos ver imágenes espectaculares de los rascacielos emergiendo de la niebla que entro desde el mar.

En cambio, no todo es positivo, ya que la persistencia de las altas presiones han provocado la aparición de boinas de contaminación sobre las grandes ciudades, con los problemas que ello conlleva.