estamos en una situación peculiar, aunque cuando salga esta columna casi todo habrá pasado ya. La monotonía anticiclónica ha sido rota por una borrasca potente que ha cruzado la península de forma diferente a otras veces, porque no se ha deshecho al llegar al Mediterráneo, sino que se ha visto reactivada y se ha reforzado delante del litoral. En esta tesitura algunas zonas pueden verse favorecidas o perjudicadas, no sólo por la lluvia sino por fuertes rachas de viento. Lo peculiar es que este viento será marítimo para unos y falso terral par otros, un terral que no ha recorrido kilómetros para llegar aquí, sino que hace poco, por el torbellino de la borrasca, estaba sobre el Mediterráneo y llega con alfgo de humedad para dejar más precipitaciones de las habituales, y alguna sorpresa en forma de nieve, por el fuerte descenso térmico. Lo curioso es que todo vendrá tan rápido como se irá, y mañana solo quedará viento, y la lluvia ya quedará en las Baleares, y el fin de semana será otra vez "impropiamente" suave y soleado. A eso voy, el otro día un amigo comentaba como el recordaba los otoños como primaveras de los inviernos. Me admira que alguien sea capaz de huir de la típica idealización centroeuropea de los otoños y se acuerde de lo que son aquí en nuestro clima. Las lluvias de los meses precedentes, unidas a las suaves temperaturas que hemos ido teniendo, han dado un espectáculo de hierba verde y flores en el campo, alejado del melancólico otoño oceánico, porque somos mediterráneos, no centroeruropeos o atlánticos, y a veces nuestros meses de diciembre, al menos en parte, pueden ser como está siendo este. Por cierto, aún queda mes e invierno de sobra para dar gusto a los que esperan frío y lluvia, e igual luego se arrepienten de desearlo.