«Uh, vaya lío... los amigos de mis amigas son mis amigos». Así cantaba alegremente a principios de los años 90 el conjunto pop español Objetivo Birmania. No sé si muchos en la dirección de Ciudadanos bailaron a su ritmo, pero pueden aplicarse directamente el estribillo. Los resultados en Andalucía y el ansia de tocar poder y, sobre todo, desalojar al PSOE de la Junta, terminará llevándoles a pactar con el PP con el apoyo -externo o no tanto- de Vox. Aunque Albert Rivera y los suyos se empecinen en negar que vayan a negociar con el partido de Santiago Abascal, lo cierto es que la nueva dirección popular encabezada por Pablo Casado no tiene ningún empacho en sentarse a la mesa y repartirse el botín con la nueva fuerza de la derecha radical. Ha llegado la hora de quitarse las caretas. Y ahí entran las relaciones de amistad que salpicarán de pleno al partido naranja. Al final todos quedan retratados. A un lado y otro del espectro ideológico cada cual tiene sus amigos: por roce directo o por amistades comunes.