Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jugándosela a un número

El 22 es el sorteo de Navidad y, para la víspera, Sánchez se ha emperrado en llevar el Consejo de Ministros a Barcelona. Nada, que quiere a todos nos toque algo.

De seguir con el planecito adelante, está previsto que nueve mil polis desembarquen en la ciudad condal donde, entre otras historias, hay que alojarlos con un pelín más de discreción que la última vez para que los efluvios del despliegue no disparaten hasta límites insuperables el ambientazo. En la reciente reunión ministerial en Moncloa, el cónclave aprobó el mayor designio de gasto armamentístico en lo que va de siglo: 5 fragatas, 348 blindados y mejoras en los Eurofighter, esos cazas polivalentes de maniobrabilidad astuta. Cualquiera pensaría que es que aún continúa el River-Boca. Y no es que este arsenal vaya apuntar hacia la seguridad del 21 D pero, de cara a lecturas más reposadamente retorcidas, enseña los dientes.

En la senda marcada desde Waterloo, lo que querría la escuadra atorrante que empuña la Generalitat es que los miles de mossos que están a sus órdenes, y a los que tienen embravecidos exigiendo mejoras laborales, hicieran frente a la plebe llamada a montar algarabía callejera con un clavel en la boca y entonando los que no lo lleven Campanades a morts en pos de la república, provocadoramente eslovena. O no, da igual. El caso es liar al resto. Y mientras el partido del Gobierno se deshace, nunca mejor dicho, en gestos, el tripartito andalú con sede en Madrid aplaude por lo bajini que el mandamás sociata le escriba al pasante de Puigdemont solicitándole una reunión para «retomar el diálogo», convencido Casado & company de que estos devaneos, más que quemar, abrasan al eterno rival. De entre los barones, solo Ximo Puig en coalición tilda la estrategia sancheril de «inteligente». Arriesgada y jodida, seguro. Menos mal que está ahí el de siempre para echar una mano advirtiendo que «es indispensable la intervención total y sin límite de tiempo en Cataluña». Es lo que trae menear tanto el Valle de los Caídos: que, al final, resucita. Aznar, claro.

Compartir el artículo

stats