Hay cosas que van o parecen ir juntas. Así, por ejemplo, la corda i el poal, el buey y la carreta, el pèl de figa i la maroma de barco. Otras, por el contrario, ni van ni lo parecen, pero la gente (todos somos gente, la gente somos todos) las junta por precipitación, por tradición, por equivocación. Así, por ejemplo, el sacerdocio y la pederastia, la migración y la delincuencia, la homosexualidad y la violación, el independentismo catalán y Vox. Estos conexiones explican, por ejemplo, la estúpida gracia del jabón que se te cae en la ducha o la oposición de muchos padres a que sus hijos tengan maestros homosexuales, sin ningún temor, sin embargo, a que lo sean heterosexuales. ¡Yo qué sé! En estos casos, es evidente que muchos establecen relaciones de afinidad, de identidad e incluso de causalidad sin más argumentos que el desconocimiento o el prejuicio levantado sobre el miedo, la ignorancia o el odio. Otros, eso sí, lo hacen a sabiendas.

Ahora mismo, por ejemplo, muchos establecen una relación causal entre el independentismo catalán (que sería la causa) y la emergencia de Vox (que sería el efecto). Esta conexión, sin embargo, es discutible. En primer lugar, porque podría no darse, al no existir entre los hechos políticos ni siquiera la aparente necesidad que presuponemos entre los hechos físicos. En segundo lugar, caemos en un reduccionismo de los efectos, puesto que en este contexto nada diferencia la postura de Vox con la del PP o Ciudadanos y otras manifestaciones del anticatalanismo de larga y extensa tradición, como bien sabemos por aquí y como tan bien cultivan desde España 2000 a García Sentandreu y Bonig. Nadie dice, sin embargo, que el independentismo catalán es la causa de que el PP no se hunda en la miseria, en la que, en Catalunya y por otra parte, chapotea. En tercer lugar, y no hay más, porque a veces confundimos la causa con el efecto y al efecto con la causa, como cuando decimos que leer conduce a tener una mentalidad abierta, pudiendo ser la mentalidad abierta la que nos conduzca a la lectura. Así, podría ser que la emergencia de Vox, el discurso y la existencia de Ciudadanos y del Partido popular, y la vieja tradición anticatalanista fueran la causa del auge del independentismo catalán y no, como se nos dice, su efecto.

En fin, dicho esto, digamos esto otro: parece que con unos tenemos un problema (quieren acabar con el colesterol atiborrándose de panceta) y para los otros nos negamos la única solución o disolución (que pasa por un acuerdo y una consulta, por la generosidad y la bondad, que son la mejor inteligencia).