Uno de los mayores dislates de Mariano Rajoy a lo largo de su larguísima vida parlamentaria fue acusar a José Luis Rodríguez Zapatero de haber traicionado a los familiares de las víctimas de ETA. En su alocada carrera hacia ninguna parte, Pablo Casado ha decidido no quedarse atrás y ahora ha acusado de traición a Pedro Sánchez por haberse reunido con Quim Torra y hablar, ¡Dios nos libre!, de buscar una solución política al problema de Cataluña. Será porque durante siete largos años, la gestión al respecto del PP -del que ahora es presidente, pero antes fue vicesecretario general- fue brillantísima y sirvió para poner freno al crecimiento desbocado del separatismo catalán. Pero es que durante ese tiempo se duplicaron los partidarios de la independencia, se judicializó la cuestión, se rompieron todos los puentes, se sacaron urnas a las calles... No hay mayor traición que olvidar la pluralidad de ideas e intentar imponer una visión unilateral aunque sea a sangre y fuego. Y en eso estamos.