La presión atmosférica más alta fue registrada en Agata, Siberia: 1083'8 hPa, un 31 de diciembre de 1968. El récord cumplirá en breve 50 años. Si la presión normal a nivel del mar es de 1013 hPa, ese dato correspondería a un punto situado 600 metros por debajo, aunque Agata se ubica a 262 metros de altitud. Con eso se pueden hacer una idea de la potencia del anticiclón siberiano que, en enero, alcanza una media de 1035 hPa. Con 44 millones de km2, Asia es el mayor de los continentes del planeta y su ubicación es bastante norteña. Durante el invierno, con pocas horas de sol cuyos rayos caen muy oblicuos, las temperaturas se desploman. No en vano Oymyakon, también en Siberia, tiene el honor de ostentar el récord de frío para un lugar habitado: el 6 de febrero de 1933 se alcanzaron -67'7ºC. La media de enero es de -46'4ºC. Es la misma temperatura que se registró en Verkhoyansk entre el 5 y el 7 de febrero de 1892. Con estas temperaturas tan frías, el aire es extremadamente denso y la consecuencia es la formación de un potente anticiclón estacional. En verano, con el aumento de las temperaturas, Asia cambia su vestimenta a una baja presión. Esta alternancia estacional determina la circulación atmosférica y el cambio de vientos que origina los monzones. Pero a pesar de ese récord de presión, Siberia no cuenta con el anticiclón más potente del planeta. Una parte importante de la Antártida supera en el invierno austral los 1045 hPa, con zonas por encima de los 1065. Y es que el si el frío es la causa de estos potentes anticiclones térmicos, la base antártica de Vostok alcanzó los -89'2ºC, un 21 de julio de 1983. Este potente anticiclón queda rodeado por los mares australes donde alcanzamos las medias estacionales más bajas de presión en el planeta. Arrópense en sus hogares y felices fiestas.