Desde las elecciones generales en junio de 2016 han ocurrido tantos acontecimientos en España, que es bastante razonable suponer, que las Cortes ya no representan muy probablemente la voluntad popular ¿en qué sentido ha cambiado ésta?, ¿hacia la derecha, o hacia la izquierda? No soy experto demoscópico, y si estos profesionales de los augures electorales no han pillado ni la pedrea en las elecciones andaluzas, no seré yo quien se atreva a hacer predicciones.

A lo que sí que me atrevo es a considerar que lo mejor para nuestra nación son unas nuevas elecciones, que permitan un Gobierno estable, sólido, y al que nadie pueda discutir su legitimidad porque su Presidente haya mentido ante la Audiencia Nacional, en uno de los innumerables juicios que sufre su partido por corrupción . O porque su sucesor haya llegado por una confluencia de fuerzas políticas a las que sólo les unía lo que no querían, y encima lo que no querían era por distintas razones.

Presidente Sánchez, un auténtico estadista no basa sus decisiones en tactismos a corto plazo, sino en sentirse el principal servidor de la nación que gobierna, y que a ella se debe. La moción de censura que en junio de 2017 presentó, y triunfó, era necesaria por higiene democrática. Pero con 84 diputados de 350, su Gobierno estaba predestinado a producir «mucho ruido y pocas nueces». Ruido hace mucho pues sus ministros son muy parlanchines, y además tienen la mala costumbre de desdecirse unos a otros.

Nueces pocas, pues ya he señalado que Sánchez no llegó al Gobierno precisamente apoyándose en un sólida coalición parlamentaria. Llamó nueces a leyes que modifiquen el sesgo reaccionario que a nuestra legislación le dio el Gabinete Rajoy, en sus cuatro años de mayoría absoluta. Por si no era poco obstáculo para sus proyectos reformistas Presidente su debilidad parlamentaria, la Mesa del Congreso está dominada por las derechas, que no tiene escrúpulos en practicar, lo que en tiempos se llamaba filibusterismo parlamentario.

Para más dificultades el Gobierno tiene como único aliado, más o menos estable a Podemos y sus Confluencias. En política muchas veces uno no elige a sus amigos, sino que a los que, no sin cierta dosis de hipocresía, le tienden la mano. Esos compañeros de viaje se han portado con sorprendente moderación y no le han empujado «a pasar de la sopa al café, sin platos intermedios», frase feliz de Larra, pues de esta forma definió en 1837 las reformas radicales de Mendizábal, después de la llamada «Década Ominosa».

Finalmente la única encuesta fiable desde 2016, las elecciones andaluzas, Sr. Sánchez, le deben haber hecho dudar que el tiempo juegue a su favor. Pensar que en enero próximo va aprobar los Presupuestos con el voto del PDCAT, controlado parcialmente hoy por Torra, y el prófugo de Waterloo, o de la misma ERC, siempre prisionera de las hábiles telarañas en las que les enreda Puigdemont, es soñar despierto. Los sucesos del 8 y 9 del mes de diciembre fueron un exponente de lo que a Felipe González le gusta llamar la gobernanza, o en este caso, la no gobernanza. La Policía Catalana fue criticada públicamente por su máximo responsable político el Conseller de Interior Sr. Bruch, por intentar mantener el orden constitucional el día 8, y en consecuencia al día siguiente 50 miembros de los CDR cortaron una autopista nacional,15 horas, ante la compresible pasividad de los mossos. Como colofón de ese fin de semana, Torra apeló a la vía eslovena para la independencia catalana Y eso que aún no había empezado su saludable ayuno pre-navideño. He de advertir que cuando escribo estas líneas desconozco lo que ocurrirá el próximo 21 de diciembre, y si Torra dirá a los CDR que aprieten, o esta vez se lo dirá a los mossos.

Presidente es Ud. un Jefe de Gobierno legítimo, constitucional, digan lo que digan las derechas, pues especialmente el PP sigue considerando el Estado su comedero particular, y a cualquiera que se lo arrebate un intruso. Pero España afronta este año próximo graves desafíos, como son el proceso a los sediciosos catalanes, que dará lugar sin duda a graves desórdenes en una parte del territorio nacional; la necesidad de atender a las justas reivindicaciones de un importante sector de la población. Que sufrió graves perjuicios durante el Gobierno de Rajoy, ciudadanos que con poderosas razones lo quieren todo y ahora, y eso nunca es posible .Y por supuesto habrá que ver como se aborda los problemas que plantea que España sea hoy la puerta de entrada de la inmigración ilegal africana.

Está en su mano Presidente el decreto de disolución. Pero creo que estos retos sólo los puede abordar un gobierno con amplio respaldo en las urnas, que será de nuevo el suyo, o el que la ciudadanía elija.