Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Con gusto

Cuento de Navidad

En mi barrio hay un señor que se sienta junto a una oficina bancaria, coloca junto a sus piernas una caja de cartón para las limosnas y se pone a leer. Cuando yo era un niño, la tele (única) decía: «un libro ayuda a triunfar». Me temo que no siempre, tal vez quien se sienta perjudicado tiene algún derecho a reclamar. Pero leer sigue siendo entretenido. Este mendigo lee desde primera hora de la mañana hasta el temprano atardecer de invierno y hace como mi madre -otra lectora compulsiva- que, casi a oscuras, inclinaba el libro para que el plano de la página recibiera la última claridad, el caso era saber como acababa el capítulo.

En vísperas de Navidad, el mendigo de mi cuento decidió que su actividad podía ganar valor añadido y compareció con un disfraz de Papá Noel, una pandereta y algún tipo de reproductor musical bien trufado de villancicos. A un par de metros del mendigo había estacionado una furgoneta de reparto con un rótulo: «Ostras de Valencia». Seguí dando vueltas por el barrio, necesitaba comprar algo pero aún no había averiguado qué y, en eso, junto al mercado de Rojas Clemente, al que le están adosando una plaza dura, otra, qué manía de endurecer las plazas donde los niños se pelan las rodillas, en ese sitio, digo, me encontré a un señor joven y con barba, dedicado a cosechar colillas.

Me habían dicho que hay gente que recoge colillas del suelo, saberlo no es lo mismo que verlo, de hecho me sumergí en un pliegue temporal, más de medio siglo atrás, cuando los abuelos adscritos a las Hermanitas de los Pobres, se procuraban lo que las monjitas no daban para vicios. A los colilleros de ahora igual los procesen por incitación al tabaquismo.

Mi mendigo se ha pasado a Isaac Asimov tal vez como prueba de que el futuro ya está aquí. Ya no se disfraza de Papá Noel, la estrategia potenciadora no ha funcionado. Quizás pruebe a vestirse de pastorcillo para la Epifanía. Un señor reverente y con más prosopopeya que un canciller, me tiende la mano de pedir: «Es para comprar comida, ya ven, nada original».

Compartir el artículo

stats