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Mañana de Navidad

Suena algo de música en la mañana de Navidad mientras, despacio, nos recuperamos de la cena de Nochebuena. Un café cargado y, de fondo, Carol of the bells en la versión de Carole King; no están los ánimos (ni las resacas) para la escolanía infantil que lo interpretaba en Solo en casa. La inmensa King y su disco A Holiday Carole (2011) son únicos para reconciliarnos con las navidades actuales, al estilo norteamericano: la musiquilla ratonera que nos lastima las neuronas en todas las tiendas y centros comerciales, cuya visita en estas fechas es tan obligada como lo era antes la visita a los sagrarios en semana santa; el derroche de colorines e iluminación en calles, plazas y avenidas, que a veces parece fruto de un mal viaje de LSD; las multitudes que, a pie, en coche o en patinete eléctrico, abarrotan las vías públicas en un movimiento perpetuo entre espumillón, memes y bolsas de papel o plástico biodegradable, a tres céntimos pieza. Anoche Papá Noel visitó muchos hogares, ahora sumidos en el caos. Carole King y su swing, por favor. El antídoto.

Avanza la mañana de Navidad y el cuerpo reclama algo que lo conforte. Para entretener la espera hasta la hora del almuerzo familiar una castiza taza de caldo, con su ramita de hierbabuena, acompaña la lectura: una inmersión en otro vintage, esta vez de 1855, que acaso convenga visitar, dado el color que van tomando las cosas en lo social y lo político, esa vuelta a las raíces más hispanas. Hablo de La Nochebuena del poeta, de Pedro Antonio de Alarcón, en su extended version, disponible en internet. Aquí encontramos el paquete completo de la Navidad del ayer: nostalgia del terruño, toques costumbristas y postrománticos, pulsiones de nihilismo, desengaños de un presente prosaico y materialista, exaltación de los valores eternos, la familia y el amor. En suma, un Dickens patrio mal conocido que nos pinta cómo vivíamos estas fiestas cuando Rudolph, el reno de nariz roja, y el árbol de Navidad eran conceptos inexistentes. La animación que comenzaba a despertar al compás de Carol of the Bells huye; envueltos en la melancólica atmósfera de las palabras de Alarcón, y más entonados por el caldo, volvemos la nave de nuestro ánimo hacia el puerto seguro de la murria navideña.

Una copa de manzanilla fresquita en la mano, y otra canción que cierra el ciclo de la mañana de Navidad. Paul Simon y Art Garfunkel interpretan el villancico Silent Night mientras un locutor de radio enumera los titulares del día. Nos llegan palabras sueltas: "Ley de Derechos civiles", "muerte de Lenny Bruce", "juzgado el asesino de nueve chicas", " Martin Luther King", "protestas contra la guerra de Vietnam"? Es 7 O'Clock News, del disco Parsley, Sage, Rosemary and Thyme (1966). Los titulares de hoy sonarían muy parecidos, quizá los de mañana también. Nuevos nombres, pero la misma ceremonia. De pronto suena el timbre: ya llegan los primeros invitados. Bones festes i molts d'anys.

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