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Vicente

Con otra cara

Isabel Vicente

Tenemos un problema

Cada día hay más viejos en este país. Nada que objetar; cumplir los 90 es una de mis grandes aspiraciones. Pero cuando llegue a la jubilación me gustaría, igual que a cualquiera de ustedes, supongo, irme de viaje con el Imserso, salir a comer alguna vez por ahí y tener unos eurillos para malgastar con los nietos. Visto que cada día nacen menos niños, lo tenemos complicado, porque además una cosa lleva a la otra y, si ahora nacen menos, dentro de treinta habrá menos mujeres en edad de procrear y así sucesivamente, a no ser que empecemos a tomarnos en serio las medidas de conciliación para que no esperemos a tener el primer hijo a los treinta y pico porque antes es imposible si pretendemos trabajar para que la criatura tenga su cochecito y sus pañales y sus clases de inglés y sus excursiones con el cole y su matrícula de la universidad y su erasmus y su ayuda para la entrada del piso y todas esas cosas que acarrea traer hijos al mundo.

Pero eso tendrá que ser en el futuro porque estamos perdiendo población ya, y esa parece que es la previsión para los próximos años. No hace falta ser muy ducho en demografía para saber que tenemos un problema a corto plazo. Si hay pocos jóvenes en edad de trabajar, ¿quién va a pagar las pensiones de esa cada vez mayor cantidad de jubilados que vamos a tener durante unas décadas?

Solo hay una solución aunque a algunos no les guste: habrá que facilitar la llegada de inmigrantes que trabajen y coticen aquí para que los jubilados podamos seguir bailando los Pajaritos en Benidorm. Ya funcionó a principios de este siglo y debería volver a hacerlo a no ser que ni siquiera la evidencia contenga a esa cada vez mayor cantidad de xenófobos que, por no ver a un inmigrante cerca, levantarían un muro a nuestro alrededor aunque nos muriéramos de hambre dentro.

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