Se pueden hacer muchas lecturas de los resultados de las elecciones andaluzas del 2 de diciembre de 2018, pero lo que parece evidente es que el vencedor ha sido la abstención (41,35 %). Y el altísimo porcentaje de abstenciones merecería la reflexión de todos los partidos políticos. Pues no cabe duda de que evidencia que un porcentaje creciente de ciudadanos desconfía de la política y de los políticos, pues no ven que el ejercicio del poder sirva para la resolución de sus problemas. Los partidos políticos están empeñados en distanciarse de los ciudadanos y en convertir la política en un círculo vicioso de luchas intestinas para disputarse el poder.

Todos los partidos políticos que han obtenido escaños han perdido en relación con sus objetivos y han incurrido en contradicciones graves en sus manifestaciones posteriores al conocimiento de los resultados electorales. El PSOE ha sido el partido más votado, pero ha perdido 14 escaños. Caben pocas dudas de que la corrupción ha pesado como una losa en el electorado que le apoyó en anteriores elecciones. Y tampoco parece dudoso que la política de alianzas de Pedro Sánchez para llegar a la Moncloa no ha gustado en Andalucía, hasta el punto de que es una de las causas de la emergencia de VOX. La comparecencia de Susana Díaz en la noche del 2 de diciembre fue razonablemente honesta pues, no obstante ser el partido más votado, reconoció su derrota sabedora de que ni con el apoyo aislado de Adelante Andalucía (Podemos más Izquierda Unida), ni con el apoyo aislado de Ciudadanos puede seguir gobernando. Y el apoyo simultáneo de ambos partidos, Adelante Andalucía y Ciudadanos, al PSOE resulta imposible.

El Partido Popular ha perdido las elecciones al conseguir tan solo 26 diputados, perdiendo siete parlamentarios y cerca de trescientos mil votantes. El PSOE le ha vencido con 7 diputados más y cerca de doscientos cincuenta mil votantes. Por eso la euforia del candidato Moreno y del presidente del PP resultan ridículas. ¿Como se puede presentar un perdedor como ganador y postularse como presidente de la Junta de Andalucía, considerando suyos de manera automática los diputados de Ciudadanos y de VOX? ¿Va Ciudadanos a entregar sus diputados al PP? La lectura de dicha entrega a un partido perdedor no sería comparable a la entrega del poder que hizo Ciudadanos al PSOE y al PP, respectivamente en Andalucía y Madrid, en las elecciones autonómicas de 2015, pues en dichas elecciones ambos partidos ganaron las elecciones, aunque no obtuvieron mayoría absoluta, lo que no sucede con el PP en las recientes elecciones andaluzas en que ha perdido con claridad las elecciones. El PP se ha cansado de repetir que debe gobernar el partido más votado. Pero parece que ha llegado la hora de jugar con las ideas y las supuestas convicciones. Ahora interesa al PP sostener que el poder corresponde al perdedor si consigue aliarse con otros partidos políticos, hasta conseguir la mayoría absoluta del parlamento andaluz. Y, acaso ¿se puede justificar esa nueva estrategia con la crítica constante a Pedro Sánchez por apear del poder al PP mediante una coalición de partidos que sumaban la mayoría absoluta de escaños del Congreso? Es difícil que la mayoría de los ciudadanos españoles se tomen en serio a un partido que cambia de opinión como una veleta.

Ciudadanos ha incrementado el numero de escaños, es cierto, pero tampoco ha ganado las elecciones. Es la tercera fuerza política y no ha conseguido sobrepasar al PP como se proponía ¿Se puede pretender la presidencia de la Junta de Andalucía con 21 escaños en un parlamento de 109 diputados? Pues sí, Marín ha querido ser el presidente. Pero ¿con quien cuenta? Si le pide al PSOE que le devuelva el apoyo que le prestó en la anterior legislatura probablemente obtendrá una negativa a devolver el préstamo. Por otra parte, la alianza de Ciudadanos con el PP no es viable, porque Moreno quiere presidir la Junta y aunque el PP sea un perdedor tiene más escaños que Ciudadanos. ¿Acaso quiere Ciudadanos aliarse con VOX? ¿Pretende una coalición PP-Ciudadanos-VOX presidida por Ciudadanos? Si Ciudadanos se alía con VOX potenciará a éste partido y perderá el crédito que se ha ganado en gran parte del electorado del resto de España: De manera que Ciudadanos se la juega si se convierte en un monaguillo del PP junto con VOX, porque resulta evidente que el PP no es un partido regenerador como pretende ser Ciudadanos. Ciudadanos, teniendo en cuenta que ha perdido las elecciones, pero que ha incrementado su peso entre el electorado, si quiere gobernar España en un futuro, debiera abstenerse de apoyar al PP y, desde luego, huir de una alianza con VOX que es un partido sumamente tóxico. Para Ciudadanos sería suicida abandonar el centro, pues como es sabido para obtener mayorías hay que cuidar ese espacio central en el tablero político.

Otro de los perdedores es Adelante Andalucía que, por otra parte, es otro de los padres putativos de VOX, pues son dos partidos extremistas que se contraponen. La reacción de sus líderes ha sido, por lo demás, lamentable, anunciando movilizaciones. Es decir, si pierden en las urnas, si no consiguen gobernar, están dispuestos a las movilizaciones de sus votantes por procedimientos nada democráticos en contra de los que legítimamente han obtenido el poder. Una muestra más de que son partidos que tienen corazón antisistema, y que su aceptación del sistema democrático es tan solo oportunista.

VOX es un partido extremista de derechas que ha reaccionado contra otros extremismos, el de Adelante Andalucía, pero también contra el extremismo de los independentistas catalanes. Lamentablemente el populismo ha arraigado en España. Hasta ahora creíamos que el PP podía cubrir desde el centro derecha hasta la extrema derecha, pero esto ha dejado de ser así aunque Casado lo pretendiera. Con VOX no se debe ir a ninguna parte y sería un error de dimensiones imprevisibles incorporar a dicho partido en cualquier proyecto de cambio. No lleva a ningún lugar seguro repetir en el otro extremo del arco parlamentario los errores cometidos por Sánchez para llegar al poder.

La propuesta de Susana Díaz de crear un bloque constitucionalista para afrontar el futuro de Andalucía es audaz pero de difícil realización por varias razones. Por de pronto hay que identificar qué debe entenderse por bloque constitucionalista. Claro está que VOX no lo es. Pero tampoco lo es Podemos, aunque sea el aliado principal de Pedro Sánchez. Ahora bien, si Susana Díaz considera ahora que Adelante Andalucía (Podemos más Izquierda Unida) es una coalición constitucionalista y que sumados los escaños de ambos partidos (es decir con 50 escaños) el PP y Ciudadanos, ambos o uno de ellos, les den su apoyo, su propuesta está llamada al fracaso, sería considerada una mera farsa para seguir gobernando enarbolando la amenaza del fantasma de VOX. Pero sigamos adelante. Imaginemos que consideramos que son constitucionalistas el PSOE, el PP y Ciudadanos. ¿Qué sacrificio está dispuesto a hacer el PSOE? ¿Está Díaz dispuesta a apoyar un gobierno de coalición entre el PP y Ciudadanos que suman 46 escaños?

La impresión es que ningún partido está dispuesto a hacer sacrificios, de manera que todos hemos perdido en Andalucía. La situación es de absoluta incertidumbre porque no se puede decir que son posibles alianzas capaces de propiciar que Andalucía de pasos hacia adelante, incremente su PIB, reduzca sus alarmantes cifras de paro y pobreza y aproveche todas sus potencialidades, su capital humano. Las elecciones andaluzas ponen de manifiesto una fragmentación social que tiene difícil solución si los partidos políticos constitucionalistas no hacen grandes sacrificios para poder entenderse.