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Un lago, no; un cenagal

Íbamos a hacer un lago en Santullano y estamos construyendo un cenagal de los que van a hacer historia.

El último informe del servicio de Infraestructuras del propio Ayuntamiento acaba de poner en evidencia algo que algunos de nosotros nos preguntábamos cuando se fueron conciendo detalles del concurso de ideas. Quizá es porque no pensamos participativamente, no somos suficientemente inclusivo-progresistas ni estamos lo bastante abiertos a la modernidad de la gobernanza 2.0 pero a nadie le entraba en la cabeza que tú encargues un proyecto que no puede pasar de 18 millones de euros -que es lo máximo que puedes pagar- y acabes eligiendo un diseño que supera los 50 millones. ¿Cuántos porros hay que fumarse para llegar a pensar que algún día podrás desarrollarlo?

Luego, cuando llega el bajón y te pega el blancazo, te das cuenta de la realidad y entonces empiezas a sudar en frío, a podar el asunto. Quitas un colector por aquí -total, hay un lago, fuera- y quitas un seguimiento arqueológico por allá -total, hay una iglesia prerrománica que es Patrimonio de la Humanidad, fuera- y el tema queda niquelao. Pero sólo en tu cabeza.

Cuando reinaba Gabino de Lorenzo también surgían de la nada fantasmagorías infográficas -aún recuerdo aquella playa artificial que iba a instaurar para siempe el verano en el Parque de Invierno- pero, a la que te descuidabas, aparecía Gabino con el buzdoller, la banda municipal y una tonelada de pinchos inaugurando en loor de multitudes. Entonces había perres, es verdad. Pero también hay perres para Santullano -diez millones de Europa- y de momento sólo veo gente pegándose tiros en los pies.

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