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Con gusto

Acerca de esos

No he dicho nada de esos que se estrenaron en el parlamento andaluz, en grupo resuelto de a pie y de a caballo, rodeados de banderas flameantes y cantando el himno de la Legión (Legión es su nombre, en efecto) ¿Para qué? Sobran los políticos, los diarios, las emisoras que nos recuerdan a cada rato, lo peligrosos que son. Y no, no son inocuos, sobre todo si se ponen de acuerdo las diversas familias de perfil visigodo. Sobre todo si Pablo Iglesias tarda tres años en descubrir que no ganó las elecciones.

Hace años fui de reportero a una manifestación de España 2000 contra los inmigrantes en Russafa. Luego me quedé en calidad de antifascista. Los vecinos les dedicaron una difusa pero persistente cacerolada. Si les hubiésemos dejado a su aire, se habrían hundido solos. Nuestra contramanifestación les dio vuelo y protagonismo. Aprendí algo: olvida a quien navega en la dirección opuesta a la tuya y no pierdas el rumbo. Piensa y actúa por ti mismo.

Aquellas cabezas huecas cuentan ahora con estrategas, teóricos y financieros y saben, porque lo comprobaron con Donald Trump cuan delicada y sensible es nuestra izquierda, cómo se escandaliza de todo y se le dispara el twit y exhibe su justo agravio si alguien desea la muerte de Pedro Sánchez. Muy elegante no es, pero son deseos impuros corrientes, yo los tuve y eso que fui monaguillo. También saben, los legionarios, lo fácil que es mosquear a nuestra izquierda buenista y blanca pajarita, que pretende, incluso, acabar con la prostitución. Por decreto ley, supongo.

Los últimos gestos de Pedro Sánchez con el aumento del salario mínimo y el reconocimiento de los derechos de propiedad de los creadores jubilados, marcan un camino esperanzador. Lo mismo que la revuelta de los chalecos amarillos (no confundir con lazos, tirabuzones y zarcillos del señor Quim Torra) o la huelga de los húngaros contra el esclavista Viktor Orban. Y es que una izquierda viable no puede vivir, sólo, de ideología de género y animalista. Es imprescindible una referencia de clase, popular o, al menos, nacional. O seguiremos viéndoles crecer: a esos.

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