«És un no-res total el que domina/

l'espai nu de batecs i prejudicis./

És una casa morta;/

sense un camí concret; sense un principi.». Anfós Ramon i Garcia, 1968

A quí sólo importa si esto complace a Barcelona o aquello sirve a Madrid para ir contra Barcelona. Faltaba Andalucía, donde los resultados electorales van a rebufo de lo que pasa en Catalunya o de si hay más o menos presos preventivos o escapados, repartidos por Europa. Los Presupuestos del Estado, la baza política más importante, dependen del hilo secesionista. Como si el mundo se acabara y no tuviera más recorrido que el puente aéreo o el transcastellano AVE, que van de Barcelona a Madrid. Los del flanco mediterráneo—País Valenciano y Baleares--, sin corredor ni nada que se le parezca, siguen yendo a pedales. Cada vez a peor.

La chistera. A pesar de ese nuevo contrato social que se sacó de la chistera el president de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, en su mensaje de fin de 2018. A pesar de los malabarismos, los ciudadanos de la Comunitat Valenciana saben que se la juegan en 2019. No pueden seguir así. Mirando a las musarañas y esperando que la providencia les sea favorable. Están en medio de una confrontación geopolítica, Madrid-Barcelona, con repercusión económica y laboral, que amenaza la estabilidad social. Tres elecciones marcan el porvenir de los valencianos. El 26 de mayo próximo elecciones municipales, autonómicas y europeas. En cualquier momento el presidente Pedro Sánchez planteará las generales. Los valencianos han de saber de dónde vienen y adónde van.

Miopía. Desde mediados del siglo XIX, España vive un conflicto que enfrenta a la capital política del Estado, Madrid, con Barcelona. Cuyo liderazgo económico y cultural, pesa en el Reino de España. Hemos padecido la miopía de quienes suponen que los revolcones al independentismo catalán -éxodo empresarial y de depósitos-- benefician a los intereses valencianos. Se necesita una estrategia inteligente de sinergias y complementariedad. Nadie es más feliz enfrentado a su vecino cuando éste, además, le lleva adelanto y es más potente ¿ De no ser así, a qué viene tanto interés en conseguir el cacareado Corredor Mediterráneo que nos tiene obsesionados? De Barcelona a Castelló está todo por hacer. ¿Es una escena más del teatro ibérico?

Realidad. El profesor Jordi Palafox ha publicado un informe para elDiario.es : «Los valencianos y la Europa rica. ¿Por qué cada año estamos más lejos?» Ese es nuestro problema. El de los valencianos y por consiguiente el de sus políticos y empresarios. Las cifras son demoledoras. La Comunitat Valenciana tiene una renta por habitante (22.034 euros) inferior a las medias de la UE (30.000) y de España (25.064). Madrid- distrito federal -tiene un PIB que supera en el 53'5 % al de la C.V. En el ranking de comunidades autónomas, estamos por debajo de Madrid, País Vasco, Navarra, Catalunya, Aragón, Baleares, Rioja, Castilla-León, Cantabria, Galicia y Asturias. Esta es la realidad y no se justifica con el agravio de la financiación injusta. La responsabilidad es de los valencianos y de sus dirigentes políticos y empresariales. Miran al infinito y son incapaces de afrontar las causas del declive. Que no para de agudizarse.

Sin cabeza. Las elecciones de mayo- 2015 ocasionaron un vuelco, a los puntos, que dio la victoria a coaliciones progresistas en la Generalitat Valenciana y en muchos municipios. Entre otros, el de València. Se considera preciso ganar en la ciudad de València para gobernar el país. Uno de los problemas de la debilidad del País Valenciano es la contestación provinciana contra la ciudad de València. «Quan no hi ha cap, tot son peus». Factor decisivo para el despegue de un territorio con vocación histórica municipalista. Bajo la fórmula de Reino de València, sustentado sobre sus ciudades, villas y comarcas. Es vital fundamentar la capitalidad de València. Basada en la solidez y el respaldo de todos los territorios de la Comunitat Valenciana. En la medida que la ciudad de València sea fuerte lo será el país. Una de las fijaciones del centralismo español ha sido frenar la relevancia de la capitalidad de València, por medio del caciquismo provincial. Divide y vencerás.

Retroceso. Partimos del declive. Insertos en el enfrentamiento entre lo que representan Madrid y Barcelona. Pagamos los vidrios rotos. Según el profesor Palafox «en los últimos 130 años anteriores a 1990 no ha habido otro período en el cuál la pérdida de posición relativa—de la Comunitat Valenciana—haya sido tan continuada ni tan intensa». Para superar la decadencia que afecta a los valencianos, de hoy y de mañana, hay que afrontarla con realismo y urgencia. Los empresarios han de reaccionar. Más allá de imponer sus reglas del juego a políticos timoratos. La escena del sofá: para ti la «política» y para mí la «economía» y sus instituciones. ¿Y cuándo la economía es política? De espaldas al panorama económico y empresarial sobre el que han de desarrollar su acción de gobierno. Así nos ha ido.