Si llamáramos a las cosas por su nombre, como dijimos ayer, el gobierno de tres partidos sería un «gobierno tripartito», y el pacto por el que tres partidos que no han ganado las elecciones alcanzan el poder se llamaría «pacto de perdedores». Sin embargo, además del nombre está el significado y el significado de un nombre, como dijeron entre muchos Lewis Carroll y Nietzsche, quizá Averroes, depende de quien lo usa y manda. Así, hasta ayer mismo, para la derecha política desalojada, un «tripartito» y un «pacto de perdedores» rozaban la maldad de los actos del Maligno o de Satán cuando anda suelto. Ahora, sin embargo, el nuevo gobierno de Andalucía no será un «tripartito», de la misma forma que la unión de todas las derechas políticas y sociológicas nunca será un frente popular, ni siquiera en la parte de pueblo que les corresponda. A su vez, el malvado «pacto de perdedores» se ha convertido en un bondadoso «acuerdo para desalojar a los socialistas de su cortijo andaluz». ¡Señoritos de mierda!

Con las palabras, pues, además de que signifiquen lo que te dé la gana, se pueden hacer muchas cosas. Por ejemplo: construir una brillante y defendible verdad sobre el fundamento de una rechazable mentira. Así, el PP de Casado y Bonig (¿otra vez?) defiende «que se persiga y limiten las denuncias falsas contra los hombres». Evidentemente, nadie puede estar a favor de lo contrario, pero esa evidencia se fundamenta en tres mentiras: que frente a ellos que las atacan existe alguien que las defiende; que las denuncias falsas que se descubren quedan impunes; y, finalmente, que las hay en tal número que constituyen un escandaloso problema. Los hechos ciertos demuestran, sin embargo, lo contrario: miles y miles de denuncias verdaderas frente a dos falsas y sentenciadas: lo de las denuncias falsas es falso. También exigen que «todas las víctimas de la violencia doméstica estén protegidas», dando a entender que no lo están y que otros defienden que no lo estén. Esa gran verdad, en positivo, en defensa de la igualdad, esconde, en negativo, un ataque a la legislación sobre la muy real y por desgracia frecuente violencia de género que se ejerce contra las mujeres. (Por si acaso, nos vemos el día 15 a las 19 en la plaza de l'Ajuntament).

(Cambio de tema. La inauguración de la parte contratada del Parque Central me llena de gozo y me recuerda a Kundera. Así, la insoportable lentitud de lo que ha llegado a ser (digo de ese pedazo de parque que venía de nalgas), vive amenazada por la insoportable levedad del ser. Efectivamente: todos los consultados (el personal, los técnicos y los políticos) destacan la belleza de lo hecho, pero expresan un fundado temor al vandalismo. Vuelvo, pues, al tema: el de las invasiones bárbaras).