La propaganda gubernamental aireaba días atrás una verdad cuestionable, de ésas que muestran dos caras: la de este año será "la mayor partida en pensiones de la democracia". Tal presumió el Gobierno en las redes sociales después de la presentación de su proyecto de Presupuestos Generales del Estado, y se quedó tan fresco.
No miente el boceto del Ejecutivo, pero no dice toda la verdad: cada año de los venideros podrá seguir haciendo el mismo anuncio triunfalista. Y así durante décadas, pues salvo que ocurriera un recorte desalmado cuando se vacíe la hucha, que ya está en las últimas, el coste de las pensiones va a seguir subiendo inevitablemente.
Para contentar a los jubilados de hoy, Pedro Sánchez se ha visto obligado, sin mayor reparo, a enemistarse con los pensionistas del futuro.
Al Gobierno socialista sólo se le ocurre una salida fácil para compensar el déficit en la cuenta de las pensiones: aumentar la edad de jubilación de los que ahora disponemos de empleo, que tendremos que cotizar un año más y, por tanto, recibir la pensión durante un año menos.
En lugar de estudiar otro tipo de medidas, de estrujarse la cabeza de serrín en la búsqueda de soluciones a medio y largo plazo, el Gobierno adopta la salida cortoplacista, la que no requiere de grandes estudios ni de sesudas ecuaciones.
No olviden que acabamos de ingresar en un año electoral y que el voto de los jubilados resulta muy goloso y apetecible. Se desconoce qué pensarán los que ya ha superado los 55 de esta nueva ocurrencia de los socialistas, aunque es de imaginar que no vendrá acompañada de una salva de aplausos.
