Desde que a principios de diciembre se instalaran las altas presiones sobre la península ibérica, pocas emociones en lo meteorológico hemos tenido desde entonces, exceptuando algún frente que ha rozado al norte peninsular o la entrada fría de hace unos días (o como se ha dicho en los medios de comunicación, una ola de frío descafeinada, en la que no han faltado debates sobre si fue o no una ola de frío, con discrepancias entre aficionados e incluso entre distintos perfiles de AEMET). A lo largo de las semanas se ha ido sucediendo el mismo patrón: apenas nubes en el cielo, temperaturas agradables durante las horas centrales del día, bancos de niebla que en algunas zonas de la península ibérica no se han disipado en todo el día, y frío por la noche (en algunos casos, mucho frío, sin olas de frío las temperaturas se pueden desplomar en los fondos de valle o áreas depresionarias como consecuencia de la inversión térmica asociada a las altas presiones).

Aunque muchas personas me digan que no, las calmas de invierno son relativamente habituales en nuestro país. Sin embargo, parece que no van a continuar por mucho tiempo. Se ve la luz a final del túnel, y por fin el anticiclón se va a debilitar durante las próximas horas, por lo que desde el Atlántico nos llegarán una sucesión de bajas y frentes que nos cruzarán de oeste a este (aunque en el Mediterráneo será donde menos nos enteremos, algo que también es habitual en esta época). Sin embargo, aunque no deberíamos por las incertidumbres en las previsiones a largo plazo en situaciones muy complejas, muchos estamos pendientes de lo que puede pasar la próxima semana, cuando podría llegar a España un temporal de frío (¿y nieve?) debido a la retirada del anticiclón hacia el oeste, que dejaría la puerta abierta a masas de aire muy frías desde el norte. Y a partir de ahí, puede pasar cualquier cosa: desde frío seco hasta una situación de nevadas importantes en cotas bajas. Si se cumplen las previsiones, muchos podrán decir que, ahora sí, «winter is here».