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Maite Mercado

En "El Embarcadero"

Willy Wilder clavó en «El crespúsculo de los dioses» cómo comenzar una historia con la muerte del protagonista y sigue siendo un buen recurso para jugar con el presente y el pasado. Esta vez el cuerpo en el depósito de cadáveres es el de Óscar, interpretado por Álvaro Morte, conocido en el mundo entero como «El Profesor» de «La casa de papel», que repite con Álex Pina y Esther Martínez Lobato, los creadores de la serie española más internacional, reconocida con un Emmy.

El potente arranque de «El Embarcadero» que pudimos ver en pantalla grande en su estreno en València, nos sitúa en una ciudad cosmopolita tras una reunión de negocios en un entorno como el de la Ciudad de las Ciencias de la capital del Túria. Alejandra, en la piel de Verónica Sánchez, acaba de firmar el contrato más importante de su carrera. Su marido, de viaje, la felicita por teléfono; unas copas, unos bailes y otra llamada que supone el fin de una vida. Todavía de noche, la joven inicia su primer trayecto al parque natural de L'Albufera, a solo veinte kilómetros pero en otra dimensión. El contraste entre dos lugares que parecen estar en planetas distintos es clave en la configuración del discurso narrativo, tanto argumental como estético. Los majestuosos planos cenitales del coche de Alejandra entre campos de arroz adentrándose en una realidad desconocida recuerdan a los que deslumbraron en la película «La isla mínima» de Alberto Rodríguez. Por allí está el embarcadero en el que aparece el cadáver y que da título a la serie.

Para los que conocemos la zona, el irreal y fantasmagórico destacamento de la guardia civil señala la intención de construir un espacio peculiar, un paisaje con identidad local en un producto pensado para el mercado global. En ese entorno casi mágico respira «la otra», Verónica (Irene Arcos), presentada como una mujer libre, natural, un tanto salvaje, con el pelo rizado y un coche destartalado, contrapuesta a Alejandra. Todo remarca las diferencias entre ellas. Los tonos eléctricos de la ciudad y el frío apartamento de la pareja Alejandra-Óscar, de líneas rectas y acero inoxidable, frente a la calidez de la orilla del lago con sus cañas y reflejos dorados junto a la casa de campo de Verónica.

Los dos primeros capítulos presentan este triángulo amoroso, un drama emocional que pretende ser transgresor en el planteamiento moral. Conforme Alejandra va descubriendo la doble vida de su marido, se muestran en «flashbacks» los primeros encuentros con Verónica. En los siguientes episodios, lo sentimental se enredará con el «thriller» y la investigación criminal en esta adictiva propuesta, bella en lo estético, interesante en el enfoque de un tema tan trillado como el de las infidelidades y con buenas interpretaciones. Hoy mismo, la primera temporada completa en Movistar+. Ideal para practicar el «binge-watching» o el devorar un capítulo tras otro sin parar.

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