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Complicado brexit

La sonora derrota del acuerdo de salida pactado por el Gobierno británico de la conservadora Theresa May y la Unión Europea (con una diferencia superior a los 200 escaños) ha aumentado la incertidumbre sobre el complicado proceso iniciado hace dos años y siete meses, cuando el Reino Unido rechazó, en referéndum, la permanencia en la UE.

El siguiente paso (tal como exigió el Parlamento de Westminster, actual controlador del Brexit en esta fase del proceso) se producirá a finales de enero, cuando el Gobierno de May tendrá que someter a votación un plan alternativo de salida de la UE.

Sin embargo, después de que May superara la moción de censura planteada por los laboristas de Jeremy Corbyn, el calendario acecha (faltan 10 semanas para la medianoche del 29 al 30 de marzo, momento en que debería consumarse el Brexit) y los hechos no han cambiado, sustancialmente. Por un lado, el gobierno de May no se mueve de sus líneas rojas (rechaza la petición de Corbyn para que el Reino Unido siga en una unión aduanera); por parte de la oposición, no puede forzar nuevas elecciones y es casi imposible que pueda configurar una mayoría que lleve al Reino Unido a un nuevo referéndum; en el caso de Bruselas, los 27 países de la UE se muestran firmes en no renegociar el acuerdo derrotado y, además, exigen un consenso previo May-Corbyn, para encontrar motivos que justifiquen alargar unos meses la negociación.

¿Así pues, qué queda? Como decía un personaje tan británico como Sherlock Holmes, "descartado lo imposible, lo que quede, aunque sea improbable, debe ser la verdad". Y la verdad no es otra que cada vez es más cercano un escenario de No Deal o Brexit sin acuerdo. Resultado que nadie desea, pero tampoco parece que haya fuerza ni voluntad suficientes para evitarlo.

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