En los últimos días, en realidad cada invierno, nos llegan situaciones susceptibles de ser consideradas olas de frío, pero entonces nos metemos a discutir si merece esa definición. Aemet, en su glosario dice que es "un enfriamiento importante del aire, o invasión de aire muy frío, sobre una zona extensa", pero, más concretamente, lo define como "un episodio de, al menos tres días consecutivos, en que como mínimo el 10% de las estaciones consideradas registran mínimas por debajo del percentil del 5% de su serie de temperaturas mínimas diarias de los meses de enero y febrero del periodo 1971-2000." La primera parte de la definición es más vaga que la segunda, porque es válida para muchas situaciones, incluso las no invernales, pero en la segunda se acota todo más y sólo se hace referencia a la comparación con dos meses del invierno, enero y febrero, y resulta, en mi opinión, demasiado restrictiva. En la situación de frío que tuvimos en octubre de 2018 ya comenté que cualquier desviación a la baja importante de unos días sobre la media podría ser considerada ola de frío. Como ejemplo, en lo que llevamos de enero, en el interior de la provincia de Alicante, han sido abundantes las heladas nocturnas, con muchos fenómenos de inversión térmica, que han dado lugar a máximas normales, pero relativamente agradables. Eso es no es una ola de frío, aunque a quien ha tenido que madrugar o estar a la intemperie en esas horas sería mejor no cuestionárselo. Cuando han venido situaciones de ola de frío posteriores, incluso más o menos reconocidas por AEMET, lo más llamativo es que no solo hacia frío de madrugada, sino que lo hacia de día y que las horas de helada no se restringían al centro de esa noche, sino que, al ponerse el sol, la temperatura bajaba rápidamente y la helada duraba más horas. Estos últimos factores nos hacen distinguir una ola de frio de un frio de invierno normal, con heladas de irradiación, pero habría que decir que muchas veces, en las olas de frío no se llegan a superan los récords en las mínimas de esas heladas nocturnas en inversiones térmicas "normales". Si a todo eso le sumamos el viento, que nos hace pasar mucho más frío que el que marca el termómetro, la cosa se complica, y es que cada uno de nosotros lleva un termómetro dentro, y no todos los días es el mismo.