Hemos ido a ver la nieve y no había» es un clásico de estas fechas en la Comunidad. Además, comúnmente esta frase llega acompañada de otra lapidaria: "las predicciones han fallado". Hombres y mujeres del tiempo nunca salimos indemnes. No obstante, hay unas cuantas herramientas para defender nuestra inocencia ante los ávidos, y muy decepcionados, aventureros.

El primer error suele ser programar la escapada unas semanas antes. Salvo que el destino sean los Pirineos, Sierra Nevada o la Cordillera Cantábrica, planear una visita a la nieve con más de tres o cuatro días de antelación es asumir excesivos riesgos. En la vertiente mediterránea el clima y los relieves no permiten que prospere demasiado el blanco meteoro. Así a vuelapluma, podríamos destacar Aitana, el Rincón de Ademuz o el Penyagolosa como los destinos favoritos para darse un garbeo. Y ojo al dato. Estos enclaves apenas cuentan con una media de 5 a 10 días de nieve anuales. Algo más las montañas de l'Alcalatén y Els Ports, de 10 a 20. Por ahí andan también los vecinos Javalambre y Valdelinares. Acertar a largo plazo requiere una pizca de suerte.

Para no trasportar las 'cocas saladas', las botas de nieve y el trineo en balde, hay que rastrear las predicciones de días anteriores y, sobre todo, acceder a datos e imágenes en tiempo real. Esto último es la prueba del algodón. Por ejemplo, el portal de la Asociación Valenciana de Meteorología cuenta con una red de webcams que muestra, minuto a minuto, las condiciones de un puñado de pueblos interiores de la Comunidad. Morella, Catí, Xodos, Titaguas o Alcoi se exponen al nivoso juicio final. Incluso hay una cámara fetén en el pueblo de Valdelinares. Su estación de esquí y la de Javalambre en sus respectivas webs enseñan incluso panorámicas en vídeo 'Full HD'. Bendito siglo XXI.

Una vez confirmada la presencia de nieve hay que preparar el viaje. El estado de las carreteras se puede consultar en la página de la Dirección General de Tráfico, también se puede diseñar una 'Meteoruta' en la Agencia Estatal de Meteorología. Con líquido anticongelante, el depósito lleno y fundas o cadenas ya podemos emprender el viaje con éxito. Sin malos recuerdos, ni lloros. Sí, yo también fui de pequeño a La Virgen de la Vega y no había nieve. Y lloré.