En España son la primavera y otoño las estaciones más animadas, meteorológicamente hablando. Es en éstas, cuando mas opciones hay de embolsamientos de aire frío en altura y la inestabilidad que ello conlleva. Por su parte, el verano vive bajo el dominio del anticiclón de Azores, que determina esa singularidad mundial de un verano seco. El invierno se acompaña de anticlones continentales y oceánicos que pueden determinar temperaturas frías, pero tiempo soleado. Seguramente, por eso se explica el refrán: Enero es caballero, si no es ventoso. Y la semana pasada no fue especialmente caballero. La red de estaciones de la Universitat Jaume I registró algunas rachas destacadas, incluso por encima de los 100 km/h. En la ciudad, protegida por la muralla urbana, los valores llegaron a los 61´2 km/h. Apenas a unos kilómetros, el anemómetro del puerto registraba 90'1, idéntico valor que en Benlloch, en el Pla de l'Arc. El cercano aeropuerto de Castellón elevaba la racha máxima a los 104'6 km/h, provocando la suspensión del aterrizaje para un vuelo procedente de Poznan. Los otros valores significativos son una demostración de la espiral de Eckman, que describe el desvío y frenado de los vientos a medida que nos aproximamos a la superficie terrestre, merced del mayor rozamiento. En el Desierto de las Palmas, en un saliente rocoso, por encima de los 700 metros de altitud, se midieron 130'4 km/h y 125'5, en la Sierra Engarcerán. Por encima de 119 km/h, una depresión tropical alcanza la categoría de huracán. Al oeste de la península ibérica, aparecía un anticiclón, con presiones por encima de los 1025 hPa, que contrastaba con una baja presión, por debajo de los 980, centrada al sudeste de Cerdeña. Eso explica la componente norte de los vientos, y el marcado gradiente barométrico, su potencia.