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Jorge Dezcallar

De aurora boreal

La calificación que más se aproxima al esperpento en que se ha convertido Venezuela

Es la calificación que más se aproxima a ese esperpento trágico en que se ha convertido Venezuela, un país que nada en petróleo, donde la población tiene que emigrar para poder comer y que puede estar al borde de enfrentamientos masivos.

Una gestión económica catastrófica ha dejado al país en los huesos, sin alimentos, sin medicinas y sin papel higiénico. La inflación este año se calcula en torno al millón por ciento. Sí, ha leído usted bien, un millón por ciento. O más. Eso quiere decir que si no compra usted el pan por la mañana (si es que tiene la suerte de encontrarlo), por la tarde le puede costar el doble. La gente tenía que pagar con tantos millones de bolívares que necesitaba un saco lleno de billetes para comprar cigarrillos, algo que el gobierno trató de evitar quitándole ceros a la moneda mientras mantiene varios tipos de cambio oficial para que algunas industrias puedan importar lo imprescindible para seguir funcionando. Se calcula que este año el PIB nacional se puede contraer otros 18 puntos. El país está quebrado.

El petróleo es la gran riqueza nacional aunque en este momento no beneficien a Venezuela ni su relativo bajo precio (en torno a 75 dólares), ni la saturación del mercado en un contexto de reducción del consumo por la desaceleración económica mundial que Davos estima en 0,2 puntos, hasta dejar el crecimiento de este año en 3,5 debido en buena parte a las peleas comerciales entre los Estados Unidos y China. Hoy circula en los medios petrolíferos un chiste que pregunta qué país, Venezuela o Colombia, llegará primero a producir un millón de barriles de petróleo diarios. Colombia sube desde los 800.000 y Venezuela baja sin parar desde los tres millones que llegó a producir hace años. Pero desde entonces el régimen de socialismo bolivariano ha hecho purgas políticas despidiendo a los dirigentes de la petrolera nacional PEDEVESA para poner en su lugar a paniaguados ignorantes, mientras la vaciaba para hacer caja y ayudar con su dinero a las clases más desfavorecidas... comprando de paso sus votos con generosas subvenciones. Lo cual podría ser un ejemplo de distribución de la renta con criterios solidarios de no ser por el pequeño detalle de que es pan para hoy y hambre para mañana pues se ha descapitalizado a la petrolera, que sin dinero no ha podido hacer las inversiones necesarias para mantener una maquinaria eficiente o para hacer nuevas prospecciones, de forma que cada día saca menos petróleo. Y sin petróleo Venezuela no come.

Hace diez días el sargento Bandrés sublevó a varios puestos militares de la Guardia Nacional contra "la tiranía" de Maduro, el conductor de autobuses convertido en presidente por obra y gracia de Chávez, en una asonada que fue rápidamente dominada por el Ejército. No es la primera vez, recuerden al piloto del helicóptero que atacó el palacio presidencial y al dron que llenó de pánico tanto a asistentes como a los mismos soldados que participaban en un desfile militar. Porque los que en realidad tienen la sartén por el mango en Venezuela no son los políticos sino los militares. Ellos auparon a Chávez al poder en un golpe de estado en 1992 y desde entonces se han enriquecido a expensas del régimen hasta el punto de tener su propio banco, estar metidos en todo el tejido empresarial e incluso participar activamente en política al frente de muchos ministerios. Detrás de ellos está la revolución cubana y sus eficaces y omnipresentes servicios de inteligencia.

Y ahora todo se ha complicado aún más porque Juan Guaidó, líder de la legítima Asamblea Nacional que el gobierno no reconoce (en julio pasado se hizo una asamblea constituyente a medida) se ha proclamado presidente al amparo del artículo 333 de la Constitución, tiene enorme respaldo popular y ha sido reconocido por todos los países importantes de América desde Canadá a Chile con excepción de México (que alega la Doctrina Estrada para ponerse de perfil) y se enfrenta a la ardua tarea de mantener unida a la oposición que de momento le ha dado su apoyo. A favor de Maduro se han puesto Rusia, China, Turquía, Cuba, Irán, Bolivia y Nicaragua. Son peor compañía, aunque Maduro ha recibido el apoyo de la cúpula militar, que es la que de verdad corta el bacalao en Venezuela. De modo que las espadas están en alto y ahora Venezuela tiene dos parlamentos y también dos presidentes mientras la gente se muere de hambre y son ya tres los millones de venezolanos que se han visto forzados a emigrar.

Cuando escribo estas líneas la Unión Europea todavía no ha ido más allá de pedir diálogo y elecciones, que son cosas necesarias pero a estas alturas ya insuficientes porque Maduro lleva años mareando la perdiz del diálogo y las últimas elecciones que convocó, en mayo pasado, fueron fraudulentas. En mi opinión España debe liderar una posición más firme de los europeos en esta crisis. Es hora de reconocer a Guaidó como presidente legítimo al amparo del artículo 333 de la Constitución venezolana con la misión de convocar elecciones cuanto antes.

Porque Venezuela está más cerca que nunca de un estallido social o de un golpe de estado de los militares porque vean que el barco se hunde definitivamente y ellos con él. Y no parece faltar mucho para eso. La llave la tiene el Ejército y si los militares intervienen nadie puede garantizar que sea para restaurar la democracia y no para colocar a un espadón en el palacio de Miraflores.

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