Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La inviabilidad del periódico digital gratuito

La digitalización ha empezado a devorar a sus propios hijos. El periodismo digital, mayoritariamente basado en el modelo de negocio de la gratuidad, fue uno de los primeros alumbramientos habidos con duros efectos sobre el empleo de quienes trabajaban en el tradicional periódico de pago. Este es un proceso que empezó en EEUU y lo que allí ocurra, seguramente va a darse en pocos meses entre nosotros. El pasado día 23 fue un día muy negro para el periodismo americano, y un aviso para el resto de países con prensa libre, al coincidir despidos masivos en tres de las organizaciones que mas han apostado por el digital gratuito en sus diversas formas y tecnologías. Los tres casos tiene validez para nosotros.

1) Fueron 800 los trabajadores despedidos en Verizon Media Group, propiedad de una de las mayores empresas de telecomunicación del mundo, que bajo este paraguas (la que hasta hace pocos meses conocíamos como Oath) ostenta buena parte de la propiedad de tres referencias en lo que a plataformas periodística digitales se refiere: Huffington Post (compartido en España, con PRISA), AOL (la gran compra de Verizon que en su momento ya casi nadie comprendió) y el mítico Yahoo, hoy en horas bajas. La telefónica Verizon es un gigante que trató de hacer frente a Google y Facebook, pensando en usar conjuntamente marcas de medios y de tecnología como peones en una guerra estratégica contra los gigantes de internet. Poco duró el experimento y aprendió rápidamente que Facebook y Google son insuperables y pronto comenzó a deshacerse del sector de los medios.

2) Gannett, propietario del popular USA Today y de numerosos diarios regionales en EEUU, ha confesado que la incorporación de video no ha dado los resultados esperados. En los recortes de Gannett, vemos la evisceración casi final de las noticias locales. Son periódicos que forman institución reconocidas como democráticamente vitales, incluso por los detractores más radicales de los medios de comunicación. El final de Gannett ahora está cerca; la compañía está trabajando actualmente bajo una oferta hostil de adquisición por parte de un fondo de cobertura desconocido cuya única experiencia demostrada es la de los cuervos volando sobre empresas en dificultades, en busca de los últimos mordiscos de beneficios.

3) BuzzFeed, ha sido la referencia americana en viralidad de los medios digitales y de la tecnología digital con el fin de proporcionar «las noticias de última hora más compatibles, informes originales, entretenimiento y vídeo», que ahora ha despedido al 15% de su plantilla y cerrado su edición española. A pesar que BuzzFeed haya podido derivar hacía prácticas dudosas de copias sin autorizar, lo cierto es que sus informes contra Trump han sido muy valoradas por sus colegas más serios. En la historia del periodismo es un innovador implacablemente experimental, una compañía que empujó al resto de la industria a considerar el mundo digital con seriedad y rigor. Más que nadie en los medios de comunicación, esta empresa apostó por las simbiosis con las plataformas tecnológicas. Comprendió que los gigantes de la tecnología seguirían creciendo, pero pensaba que eso era una característica, no un error y había que colaborar. Al crear contenido pensado para engancharse a los algoritmos, BuzzFeed pensó que se hacía más grande, y que ganaba dinero con ellos. Los despidos de ahora hablan de una perspectiva rota. Google y Facebook no tienen incentivos económicos para la simbiosis; Todo lo que BuzzFeed puede hacer por ellos, también lo pueden hacer las hordas en línea que hacen contenidos sin costo que las multitudes celebran.

Como están comprobando los conductores VTC, trabajar en la digitalización no es tan fácil como se suponía, puede morir lo viejo pero el nacimiento de lo nuevo no tiene ni reglas, ni tiempos. Han sido demasiados los años en los que Europa continental, y con ella la mayor parte de economistas, se ha dejado acunar por la idea de que ahora también funcionara un proceso permanente de creación, de destrucción y de restructuración de actividades económicas, esto es, para muchos las mutaciones tecnológicas sólo son unos malos momentos que obligatoriamente hay que atravesar para poder llegar a un final de prosperidad que estará anclado en las tecnologías que impulsaron el cambio. El optimismo de la destrucción creativa no es tal en muchas actividades, como es el caso del periodismo en su conjunto. En la era de la información el número de periodistas ha disminuido. No es futurología es triste presente. Sobre la calidad del producto mucho puede decirse, pero no parece importarles demasiado a quienes alimentan sus necesidades de actualidad y de reflexión sobre la gratuidad del móvil. Somos actores de una historia de inminente muerte a cámara lenta y de una emergencia democrática en ciernes, sin un final a la vista. Estamos en medio de una guerra de información global persistente. Vivimos nuestras vidas con tecnologías que generan desconfianza y falsedad, que admiten poco espacio para los matices, donde las complicaciones se dispersan y se dividen en tribus balbuceante e ignorantes. Es una época que debería estar madura para los periodistas y para el negocio del periodismo, una profesión que, aunque se equivoca a menudo, es la mejor manera que tenemos de vacunarnos contra el sofocante diluvio de rumores y mendacidades.

Hubo tiempos en los que el objetivo de las marcas era atraer a los millennials, y comenzaron a gastar de manera intermitente y luego decidida en publicidad digital, lo que llevó a una explosión cámbrica de nuevos sitios, nuevos formatos, nuevos modelos de negocios. Desde la distancia europea, es tentador ver esta reciente ola de despidos en EEUU, como algo lamentable pero no preocupante. Pero es un error considerar estos recortes como un final lógico ante la abundancia de un mar de medios digitales que solo hace mucho ruido. Sin embargo podemos estar asistiendo a una devastación anunciada. La causa de los problemas de cada empresa concreta puede ser distinta, pero colectivamente, la sangría americana apunta a una misma patología del mercado subyacente: la incapacidad del negocio de la publicidad digital para dirigirse al enorme espacio significativo de cualquier persona, una posibilidad que sólo ofrecen los gigantes tecnológicos monopolistas. Es la digitalización.

Compartir el artículo

stats