No ha pasado tanto tiempo desde que María José Catalá y su jefa, Isabel Bonig, se aliaban con el resto de partidos para reprobar a Rita Barberá. Por eso no ha sido un comienzo muy oportuno por su parte reivindicar la figura y el legado de la exalcaldesa. La familia se indignó, con razón, y algún militante también.

Para rematar la cosa, Pablo Casado, flanqueado por ambas en su visita a València, invocaba a los ex presidentes Zaplana y Camps. Bonig y Catalá no tuvieron empacho en aplaudir el mensaje, a pesar de que hace cuatro días se abstenían en las Cortes ante la propuesta de expulsar a Camps del Consell Juridíc Consultiu.

Me hago cargo de que los discursos sólo son eso, palabras, y hay que tratar de animar a la militancia. Seguramente por eso, el hoy presidente nacional del Partido Popular no tuvo reparo en alabarles, a pesar de que fue el principal verdugo de la exalcaldesa en Génova y el primero que se desmarcó de ella y de su equipo.

Catalá tiene cualidades políticas que le aseguran un papel más que digno en la carrera por la alcaldía de València: experiencia, formación, discurso, juventud... Son estas cualidades las que hicieron pensar a más de un dirigente que, en caso de debacle electoral, sería una opción junto a César Sánchez para relevar a Bonig. Para ello debía alejarse de aventuras y esperar a que la castellonense se estrellara sola. Otros apuntan, en cambio, a que Bonig y Catalá han unido su futuro político.

Catalá dispone de cuatro meses para lograr el apoyo de los líderes de los distritos del PP en València y de lo poco que queda de las bases, hasta ahora ignoradas. También dispone de unas pocas semanas para aclarar el futuro del actual cuadro del partido en el Ayuntamiento, que es parte del legado de Barberá, ése que la candidata dice querer recuperar. Ella misma tiene pasado, como se han encargado de recordarle ya sectores valencianistas -y no precisamente para felicitarla- por su andadura como consellera de Educación.

La suerte que corra Catalá no sólo estará en función de su campaña y de los apoyos que vaya aglutinando. Va a depender mucho de los resultados que obtengan Fernando Giner y su formación, Ciudadanos, partido que ha logrado consolidar la imagen de oposición al gobierno de Joan Ribó. Y también tendrá que lidiar con Vox.

Veremos si la malograda por inexistente regeneración del PP, no obliga a la postre a la cirugía de una refundación.