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Falta o bona

R. Ventura-Melià

Se busca un relator (mediador)

Las aguas de por sí agitadas de la vida política han registrado un aumento de la intensidad y del oleaje -y no era el viento de los pasados días- sino una palabra que a manera de eufemismo ha sido lanzado en la arena de la discusión y que ha incendiado los ánimos de algunos líderes, como un hueso en una jauría dispuestos a ir de caza...

El golpe que dio en la mesa ERC cuando se iban a poner en ella los presupuestos, al presentar una enmienda a la totalidad (lo que les hacía peligrar una vez más y de forma especial o definitiva) disparó la tensión muy alta últimamente y asomó otra vez la amenaza de elecciones adelantadas (nunca descartadas, y una y otra vez negadas a condición de obtener el respaldo de sus cuentas para el Gobierno del Estado). Se acortaría la legislatura y en su campaña reciente por toda España, Pedro Sánchez ha dicho de formas diversas que él desea agotarla pero que para ello necesita ver aprobado el presupuesto, «el más social».

Las exigencias de los independentistas catalanes ponen muy difícil este trámite, no basta para solventarlo con las inversiones previstas en Catalunya o las mejoras de la parte salarial (también a los funcionarios, y el salario mínimo interprofesional). Se empeñan en pedirle un imposible al presidente de Gobierno, que mueva ficha en el tema del proceso que se sigue en el Supremo a los líderes que arrancaron con el referéndum, y que en buena parte están en prisión preventiva (algunos se fueron a países donde les han dado acogida, para no caer presos). Con Oriol Junqueras y los otros en esta situación no era de esperar que se avinieran a pasar página y firmar sin más, aunque el exvicepresidente de la Generalitat catalana sí que recomendó separar las dos cosas. En estas estamos y su representación en el Congreso ha optado por hacer la máxima presión. Y exigir reuniones en las que se discuta de todo (de «autodeterminación», dijo el presidente del Parlament de Catalunya). Es un argumento que desde que apoyaron la moción de censura contra Mariano Rajoy no han dejado de esgrimir.

Como el tiempo se echa encima y el proceso arranca, los tiempos judiciales y de la política se enroscan como la doble hélice. Salir de este nudo gordiano es lo más difícil que le ha sucedido al líder socialista, mientras va presentando sus candidatos a las europeas, las autonómicas y locales, que se celebrarán en mayo. Y es por estas que ERC ha hecho el órdago, para marcar su terreno (frente al nuevo invento de Puigdemont, la Crida a la que les ha invitado, pero que en la han declinado entrar). También ellos sueñan con el sorpasso como lo soñó Podemos en la repetición de las generales, que llevaron al final al PP a obtener el Gobierno. Y como avisan los prudentes y agoreros, con esta táctica de unos y otros pueden allanarse el camino al pacto tripartito de las derechas.

Todo lo que coincide con el agitado marco internacional en el que Sánchez ha tenido voz cantante, en nombre de la Comunidad Europea, y queriendo pesar en el enredado conflicto de Venezuela, lo cual va a ser de largo y complicado apaño. La ONU ya ha avisado que no va a meterse en medio. Y el Papa se ofrece de mediador, si se lo piden. No sabemos si el «relator» será una figura internacional o de casa, que lime dificultades y extreme la prudencia. No lo tendrá fácil.

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