El que considere normal la lista de espera para la atención sanitaria, una de dos, o no tiene conciencia o no ha estado enfermo nunca. Así de claro. Porque la enfermedad cambia por completo la sensación vital de una persona que pasa a ser distinto. Deja de prestar atención a su trabajo, aficiones, amigos y hasta a su familia, para estar pendiente de aquello que le consume o le destroza, sea una cefalalgia, un dolor de espalda, de riñón, de estómago o de sus articulaciones.

Esa molestia no le deja vivir en paz y solo espera que las pastillas hagan efecto para intentar recuperar el bienestar perdido que le impide hasta desplazarse con normalidad. Y en esa situación se ha de conformar a ir de un lado para otro con un papel en la mano, en espera de la solución. Primero cita concertada con el médico de cabecera, después lo mismo con el especialista y vuelta a esperar a que le toque el análisis o las exploraciones necesarias, para pasar al cabo de unos días a recoger los resultados y volver a pedir hora al especialista que en su caso decide una intervención quirúrgica para la que habrá de entrar en una nueva lista de espera de entre dos y cinco meses.

Eso en un país que ha dejado marchar a más de diez mil médicos al extranjero y otros tantos sanitarios y comadronas. Y aquí no pasa nada. Yo no entiendo como sacan pecho con la reversión de Alzira cuando se ha demostrado que la gestión pública ha empeorado los resultados. A pesar de haber contratado a unas 450 nuevos profesionales, la lista de espera está en 65 días, muy superior a la que tenía cuando era privado y con 450 profesionales menos en nómina. Pero es la obsesión sectaria y patológica de atacar a lo privado. Y es que está demostrado que un obseso no puede estar en política para aplicar sus ideas sin que se demuestren que mejoran la gestión. Porque si hay un lugar donde la gestión debe ser impecable y primar la calidad e inmediatez ha de ser en la atención sanitaria, porque afecta al bienestar de las personas y porque además cotizan mensualmente por ello.

Pero aquí se ha conseguido que la gente se conforme y sea comprensiva con ese mal de las listas de espera, sin analizar sus consecuencias. ¿Por qué nadie escribe sobre las buenas prácticas en sanidad? ¿Por qué se habla mucho de la ética de los políticos y no sobre la ética de este tema?. Por principio que la atención médica, para que sea eficaz debe ser rápida. Lo otro es darle alas a la enfermedad que va avanzando en la destrucción del organismo y amargando la vida a la gente. Y ya hay demasiada gente así.

Yo creo que se podría autorizar a todos los titulados MIR para poder atender a los enfermos que hay en lista de espera, ya que son especialistas formados por el sistema sanitario. Y aquí cuando acaban se les envía a casa a esperar una ocasión sin darles trabajo mientras la faena de acumula. Pero cuando la política se orienta de forma sectaria, ni soluciona los problemas ni sirve a sus fines. Pero da igual seguiremos con 65.000 personas y creciendo, amargadas esperando que les llegue el turno…si resisten.