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Ritos de paso

Mariano Guindal

La tradición de libros de memorias en nuestro país es bastante escasa. Siempre escribo que a las personas que pasan por la cosa pública, se les debería exigir que escribieran un testimonio de los que fue su responsabilidad, una recopilación de recuerdos y experiencias que pudiera servir a las generaciones futuras. En la mayoría de los casos, salvo excepciones, los políticos suelen escribir memorias que aportan muy poco, que son más una justificación de errores y memorial de agravios. Solo las de Jorge Semprún me siguen pareciendo un documento excepcional para entender parte de nuestra historia, reciente y pasada. Pero claro, dirán algunos, es que Semprún en realidad era francés. De ahí la calidad y magnitud de su obra. Mariano Guindal, periodista, no es francés, es madrileño, pero podría pasar perfectamente por un parisino cosmopolita formado en la Sorbona porque, además, le acompaña su peculiar forma de pronunciar la erre. Mariano Guindal nos acaba de regalar un estupendo libro, Un hombre con buena suerte. Memorias apasionadas de un reportero (Península). Un libro, y he ahí uno de sus valores esenciales, en el que lo personal rema a favor de obra y no para aderezar de anécdotas más o menos graciosas cuando se tiene poco que contar. Persona y periodista en Guindal, son la misma esencia, la misma aventura de la vida que empezó con dificultades y con mucho esfuerzo en un Madrid todavía de posguerra aunque ya hacía más de una década que nuestra incivil guerra había acabado. Mariano se considera un humilde discípulo, casi aprendiz, del gran Manu Leguineche.

Yo creo que puede ser eso, porque todos siempre somos aprendices de algo o del alguien durante toda nuestra vida, porque es bueno reivindicarse en la figura de las personas con las que has aprendido y has crecido. Pero Mariano Guindal es un excelente escritor. Sus memorias, que conjugan hábilmente el relato rápido y detallado de los hechos con el hilo conductor de su familia actual en distintos momentos, constituyen un testimonio esencial para entender la historia de nuestro país en el último medio siglo, y también la historia de nuestro sufrido mundo. Ya había dado muestras Guindal de su calidad narrativa en dos libros imprescindibles, El declive de los dioses (2011) y Los días que vivimos peligrosamente (2012) Estas memorias son ya, también, absolutamente imprescindibles. No se las pierdan.

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