A propósito del amor, creo que en la palabra reside la brevedad de una divina locura, aunque la mayoría de las veces tiene fecha de caducidad. Existen tantas contradicciones...

Evidentemente no hay que temer al amor; aunque muchas veces comienza a volar con las alas rotas. Lo que un día nos conmueve, otro nos trastorna, y sí, pasamos de flotar en las aguas del paraíso a hundirnos en el lodo. Todos, absolutamente todos, estimamos que somos merecedores de amor. Pero en la esperanza subyace un propósito de ilusión dispuesto a sonreír a nuestro destino. El verdadero amor olvida la lógica y piensa en el instante: al olvido se llega derramando insistencia por doquier.

No sé ustedes, pero yo pienso que el amor que se queda prendado de la vista, es el que más sufre. El valor de mirar es similar al valor de matar... Todos sabemos que una mirada puede ser el monosílabo de una atracción, pero si pensamos las consecuencias metafísicas, y por ende sus efectos, en ocasiones preferimos no mirar. O mirar de reojo (sonrío).

Un enamorado que no puede expresar su amor es un poeta paralizado. Las correrías de los enamorados son esencia de pergamino y susurro de canción. Solemos disimular aquello que consideramos debilidad y con un cierto orgullo nos avergonzamos de amar. La verdad, el amor casi todo lo compra en la tienda de la cursilería: entre la pasión y la desesperación nacen las flores en los papeles pintados de muchos hogares. Cuántos cojines bordados con forma de corazón han existido en nuestra vida, ycuántas puertas forradas de terciopelo se han cerrado... Así es el amor, un contorno angelical que muchas veces adquiere apariencia de diablo, estampando contra el suelo los buenos deseos de los inicios. Sí, el afecto disgregado es preludio de toscas disputas y potentes mutilaciones. Al fenecer el amor se libera odio, por cierto, auxiliar poco fiable del ego, que satisface malignamente todo aquello que está en proceso de descomposición.

Hace bastante tiempo me propuse no escribir sobre el amor. La verdad, es un tema muy manido y usado, a día de hoy me resulta un escozor de la tendencia y, la verdad, da cierta pereza... Hoy he escrito para pedirle respuesta a mis lectores: ¿existe el amor? ¿O es una conversación forzosa impuesta por la vida? Hace pocos días, con cierta amabilidad, un conocido mío me presentó a "su nueva novia", precisamente hace un año me dijo lo mismo. La dama del pasado año, por lo visto, se dispersó por la angosta carretera del olvido, y ahora, después de unas cuantas veces afirma "sentirse enamorado". No sé yo... Hay personas que viven un desengaño perpetuo, y otras, que no se desgastan ante ciertas cuestiones. ¿Será por usar diferente talla en la chaqueta de los apegos?

No comprendo por qué nos reconocemos en la altiva silueta de otros y olvidamos el amor propio. La tragedia de muchas personas comienza agrandando la "inocente" llamada del amor. Sí, claro, muchos viven el estupor empequeñeciendose. Jamás podré llamar amor a todo aquello que me haga andar a tientas y dudar de mí. ¿Y ustedes?