El otro día, en la clase de Geografía de los Regiones del Mundo de 1º del Grado de Geografía, les puse a los alumnos un climograma de Arica, en el desierto de Atacama, en Chile, con una precipitación media anual de 1,3 mm en la serie de 30 años de referencia. El aspecto de ese climograma es espectacular y lo es más si les recuerdas que, en realidad, esos pocos mm son de una precipitación más o menos apreciable de 5 a 10 mm cada 15 años porque, de hecho, se tira años sin caer una sola gota.

En este sentido, en mi territorio de referencia el de las comarcas alicantinas de L'Alcoià y El Comtat, concretamente en los observatorios de Alcoi, las estadísticas de 2016, 2017 y 2018, son dignas de análisis. En 2016 el año era pésimo, sin un solo mes cumpliendo las mínimas necesarias y llegando a noviembre con 200 mm acumulados, con la total seguridad de que año iba a quedar por debajo de la media. De repente, en el mes de diciembre, en un par de temporales de lluvia persistente y prolongada, con 300 mm acumulados, no solo acabas el año en la media, sino que recuperas de golpe todos los acuíferos y aseguras la cosecha de aceitunas para la campaña siguiente. Es más, 2017 empieza con un temporal de lluvia y nieve que te acumula más de 200 mm y, marzo te da otro temporal de 100. Todo eso te sigue haciendo crecer aún más el nivel freático y la vegetación no puede más de «felicidad» y te hace pensar que, si en marzo llevas ya 300 mm, la media anual de 500 te llegará sin problemas. Pero no es así, el resto del año apenas hay precipitaciones significativas y acabas con un total anual inferior al extraño 2016, aunque los acuíferos siguen llenos y los olivos, acostumbrados a acumular cuando pueden y a soportar después lo que les echen, te dan una magnífica cosecha.

Por último, llega 2018, empieza con un muy buen temporal de 100 mm y el resto de los meses van cumpliendo más o menos con sus medias, con algunas tormentas locales intensas en lo cuantitativo, pero poco aprovechables en lo cualitativo, en junio y agosto. Acaba el año 2018 y la media anual y las medias mensuales se te cumplen más o menos, como no suele ser habitual. No obstante, el nivel de los acuíferos ha descendido porque ha faltado un temporal de lluvias de calidad y los olivos, agotados tras una cosecha relativamente buena, esperan la lluvia porque, encima, en lo que llevamos de 2019, no sólo es que casi no haya llovido, sino que el viento de poniente ha secado toda la humedad de la tierra. Es un ejemplo local, lo sé, pero aplicable a cualquier sector, en el que la fría estadística muestra que no sirve sin un filtro cualitativo.