los museos de arte moderno, como no podría ser de otra manera, se caracterizan por su dinamismo y cambio continuo. No así los de arte clásico, de los que se espera un perfil estable y conservador en su sentido más amplio: deben mantener las obras del pasado y acercarnos su belleza, mientras que los primeros han de contribuir a construir y comprender el presente, estando siempre atentos a la creatividad del momento, donde la inmediatez obliga necesariamente a asumir riesgos.

En este sentido podemos decir que nuestro IVAM ha hecho honor a la necesaria variabilidad: muchos recordamos su brillante inicio y la etapa quizás más celebrada de aquellos primeros tiempos, con Carmen Alborch de directora y Vicente Todolí como conservador-comisario. Un tándem que consiguió incluir a ValÈncia en la agenda internacional de las kunsthalle europeas y traer a importantes figuras del arte moderno como Claes Oldenburg, James Rosenquist, Richard Hamilton o John Baldessari, que nunca habríamos soñado poder contemplar en directo sin coger al menos el autobús hacia Madrid. Posteriormente vinieron otras etapas, caracterizadas por la personalidad y el proyecto de sus directores y comisarios, algunas más centradas en las vanguardias en España, con la recuperación de la obra de Julio González o la magnífica colección de Pinazo; otras en la obra de artistas contemporáneos valencianos, entre los que podemos destacar al escultor Miquel Navarro o al pintor José Sanleón.

Tras todo ello llegamos a la etapa actual con José Miguel Cortés de director, tiempo de drástica renovación en la que con escaso presupuesto se ha desplegado una gran actividad expositiva y cultural, que incluye interesantes acuerdos con las universidades públicas, en una apuesta por abrirse a colaboraciones que permiten acercar el museo a los estudiantes, no solo como público esporádico, sino como lugar privilegiado de formación en el arte y la cultura contemporánea. Sin olvidar los seminarios y proyectos colaborativos en el IVAMlab, donde se analizan las respuestas culturales desde ámbitos muy variados como el urbanismo, la arquitectura o el activismo artístico, sobre nuestro entorno socio-político. Por último, sigue en preparación el «jardín de esculturas». que se ubicará en el espacio urbano de la parte posterior del museo.

El próximo 18 de febrero el IVAM celebrará su tercera década entre nosotros. Pero las actividades abarcarán 10 días -incluyendo la gratuidad de acceso al museo-, comenzando esta misma tarde con la inauguración de la exposición «Tiempos convulsos. Historias y microhistorias de la colección del IVAM», una muestra de más de trescientas obras, incluyendo las últimas adquisiciones. Más de una semana de merecida celebración de un proyecto que, con sus luces y sus sombras, ha demostrado ser esencial para la vida cultural de nuestra ciudad.