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¡Milagro, milagro!

En menos de cuatro días -los transcurridos desde la concesión de la libertad condicional al alta hospitalaria- el hospital La Fe ha sido escenario poco menos que de un milagro. De yacer prácticamente al borde de la muerte -como insistían sus médicos, su familia y sus corifeos- Eduardo Zaplana ha pasado a estar listo para convalecer de su enfermedad en casa, en vez del entorno estéril que supuestamente le protegía en el centro sanitario. El prestigioso, según dicen, hematólogo Guillermo Sanz tendrá sin lugar a dudas un caso clínico extraordinario a explicar en las más exquisitas publicaciones científicas; espero ansioso la reseña correspondiente. Quizás no estaría de más que la jueza también le reclamara que diera cuenta de este raudo proceso de recuperación después de todos los informes con que la inundaron advirtiéndole de lo irresponsable e inhumana que era. Aunque a lo mejor, lo que toca es que el médico le pregunte a la jueza qué ha hecho para obrar semejante milagro y aplicarlo a otros pacientes.

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