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Un San Valentín a placer

El amor de pareja es hermoso. Sin duda. Pero, también complicado. Y tarde o temprano, en ocasiones, se vuelve venenoso. Porque, cuando te enamoras, te conviertes en una posesión; tú posees y permites que otra persona haga lo mismo contigo. Es como si te cortaran las alas. Vives en una especie de encierro, de prisión. Eres de otra persona. Y eso ya no es amor. Porque el amor, bien entendido, te hace cada vez más libre. Cuando una pareja es la apropiada, el vivir de cada día transcurre con fluidez y naturalidad. Sin posesión. No sé si conocerán esa frase tan bonita de un poeta sudamericano, cuyo nombre no recuerdo en estos momentos, que dice: “Es difícil sentir y hacer el amor. Pero se aprende” ¿Y donde estará la clave que nos permita manejar todo lo referente a este sentimiento humano, tan primitivo y esencial? Dicen los expertos que el deseo amoroso desaparece a los dos años por los cambios biológicos experimentados en el cuerpo de los amantes, dejando luego, con suerte, una profunda amistad y, sin ella, un sin fin de rencores. Pero bueno, como ahora estamos en San Valentín, vamos a centrarnos en ese amor, en el que hay empatía, compenetración interpersonal, comunicación afectiva y… podíamos celebrarlo ¿preparando una cena? Pues, porque no. Como dice Curnonsky, el príncipe de los gastrónomos, en La table et l’amour: “La boca nos ha sido dada para comer, pero también para acariciar. Todos los grandes enamorados que he conocido eran auténticos gourmets”.

Y después…, un encuentro íntimo, en donde la energía sexual fluya y fluya sin la menor traba, hasta que las descargas de placer derriben las murallas y abran paso a un valle infinito, verde, extraordinariamente verde, cubierto de infinidad de flores, de múltiples colores, con un aroma sutil, intenso y con la sensación de que ambos están como flotando sobre una nube e invadidos por una dulce serenidad. Y así, inmóviles, riendo, sudando y jadeando, con la certeza de que ya nada puede llegar a ocurrirles mientras permanezcan juntos, rebosantes de alegría, cómodos, tranquilos, con la energía suficiente para disfrutar de tantos y tantos placeres que regala la vida y con una inmensa fuerza capaz de superar cualquier adversidad que pueda acaecer en el transcurso de sus vidas. Y que así sea, mis queridas y queridos lectores, para todas y todos, por siempre y jamás. Feliz día de San Valentín.

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