“Educarnos sexualmente es un derecho, lo reivindicamos en colegios e institutos. En las carreras no hay contenidos de educación sexual”. El profesorado, llegado el momento, se cuestiona “¿A quién le toca el marrón?”. Hay chicas que preguntan “Si se tienen que quitar el tampón para orinar” o, “¿qué es polución nocturna?” (denominados sueños húmedos tanto en chicos como chicas). La utilización del mensaje sexual en los medios de comunicación no hace más que embarrullar conceptos, “En anuncios de gominolas aparecen cuerpos erotizados, siempre hay morbo y suspicacia”; mientras que otros aspectos de la sexualidad se mantienen al margen de la normalización, “Ver un pene en erección en una película, es muy raro”, expone vehementemente la psicóloga y psicopedagoga Vanessa Rodríguez; mientras que su compañero de ensayo literario, el psicólogo clínico y psicoterapeuta en el Wilhelm Reich Europa, con menor apasionamiento, no duda en dictaminar que existe una “Apariencia de libertad sexual” tras la que se esconden profundas lagunas de información. En la Antología (1941-1978) de La Codorniz, con prólogo de Antonio Mingote y epílogo de Chumy Chúmez, se recoge un recorte de “La cárcel de papel” titulado “Sentencia dictada contra el inmovilismo sexual” (años setenta) cuyo último párrafo es: “Fallamos y condenamos al inmovilismo sexual a la pena de una prisión correccional de siete años y una hora en La Cárcel de Papel de esta villa”.

“Queríamos hablar de sexualidad de hoy y adolescentes de hoy, adolescentes que no están interesados en crecer”, chicos y chicas abordados continuamente por imputs tecnológicos (internet) que alimentan “relaciones en ausencia de cuerpo, como cuerpo pantalla”. En el siglo veintiuno todo converge para que las y los adolescentes sean doblemente ciegos, ciegos porque creen lo que no ven y ciegos porque ven lo que les dan, aunando manipulación y falta de formación cabal, cuestiones propiciadoras de que la pornografía invada sus vacíos adolescentes en “la era del yo”. Es preciso enseñarles, y hacerlo bien, para “Que sepan lo que les está vendiendo la pornografía”, apunta Rodríguez que adjunta: “El sexo está utilizado como mercancía”.

Cada vez más chicos y chicas se acostumbran a relaciones virtuales y cuando en talleres sobre menstruación les piden, a ellos, que opinen responden molestos: “Eso no va con nosotros”. Si la temática a tratar aborda las relaciones sexuales en la vejez, tanto unos como otras, con tinte de repugnancia exclaman: “¡Puaggg!”. Algo trasmitido de generación en generación en una sociedad de absolutismo religioso católico, en la que es muy difícil normalizar todo lo referente a un tema silenciado y hasta excomulgado. El “Cliché fálico centrista hetero patriarcal”, citado por el Psicólogo especialista en Psicología Clínica y Sexólogo Clínico Jerónimo Bellido Pérez, rige la sexualidad a la par que fiscaliza cualquier desarrollo más allá de tales parámetros, tal es el caso de las personas con discapacidad, “Es crear un estigma innecesario”. En la película, premiada por el público en el Rotterdam International Festival, y también en Sundance Film Festival 2010, dirigida por Álvaro Pastor y Antonio Naharro: “Yo, también”; una de las intérpretes femeninas, de dieciocho años, con síndrome de Down grita al ser separada de su amor, también con síndrome de Down: “¡No soy niña. Soy mujer!”.

“La adolescencia es la edad por antonomasia. Lo queremos todo y nada de eso es posible”; en francés existe el término “adultencia: eternamente adolescente”, explicaba Bellido, presentador de la obra escrita por Vanessa Rodríguez , profesora colaboradora de la OAC (Universitat Oberta de Cataluña) y Ricardo Fandiño: “La lucha sexual de los adolescentes en la hipermodernidad”.

Existen tendencias irrespetuosas y hasta violentas que no se toman en serio por parte del entorno, a lo que Bellido cuestionaba “Si le pegan al profesor, si le pegan al médico, ¿dónde están las figuras de autoridad?” La adolescencia se encuentra encajonada en fuentes de dudoso provecho socio formativo, “Todo vale ¡sálvese quien pueda! Todo es muy volátil, nada es consistente en un mundo de subjetividad”. El mismo doctor aseguraba que: “El sexo como todo en la vida hay que aprenderlo”.

Para las y los adolescentes el cuerpo es muy importante, siempre lo ha sido, pero actualmente ese interés se ha disparado posicionándose a la cabeza de la escala de valores, “Yo voy al gimnasio para estar petao”. Bárbara Blasco, licenciada en periodismo y cantante, en el libro editado por CheBooks “La memoria del alambre”, inicia la novela describiendo a las dos protagonistas adolescentes: “Tenemos trece, catorce años. A nuestra edad, la felicidad se mide en unidades de extravagancia. Somos unas niñatas que apenas poseemos nuestro sexo para contraatacar, nuestro sexo que orientamos al mundo como un potente imán”.

“Ellos (ellas) reivindican la educación sexual en la escuela. En nuestras carreras, en los curriculums, la educación sexual no sabemos dónde está. Tenemos que ponernos las pilas, los niños (niñas) de hoy no son los de antaño”. La sexóloga feminista Noemi en su blog titulado Zumo de Cereza, titulaba un artículo: “La LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora, ¿pero, qué mejora y para quién?, de la Calidad Educativa) perjudica gravemente la educación, también la sexual”, (La Provincia Diario de Las Palma”, 07/05/2013), Y en eldiario.es con fecha del trece de enero del mismo año, se publica: “España ignora la educación sexual”. Veamos. ¿Quién movía los hilos por aquél entonces? Pues, Wert, el ministro premiado por Rajoy, aunque “José Ignacio Wert y su mujer (multimillonaria) se despiden de su lujosa vida de embajadores en París”, (informalia.eleconomista.es, 15/06/2018).

“El problema es el amigo Google, son canales de información que sesgan” y cuando algún educando se acerca a las y los adolescentes, la respuesta es un latigazo verbal: “Quién eres tú para venir a contarnos nada”. Rodríguez aconseja que lo primero es escucharles, educar con lo que no decimos, y no caer en la tentación de “poner nuestro modelo”. Actualmente aplicaciones digitales, Apps, ocupan un vacío educativo; ¡ahí queda eso!

“Es explicable que los niños mientan cuando no hacen sino imitar las mentiras de los adultos”, (“Sexualidad infantil y neurosis”, Sigmund Freud). ¿Qué no harán según el entorno sexual vivido?

En “Las bicicletas son para el verano”, Fernando Fernán-Gómez, sobre Luis el jovenzuelo protagonista que atraviesa esa etapa en la que las hormonas lo revolucionan todo, escribe el diálogo entre su hermana Manolita y doña Dolores la madre de ambos: “Hay que ocuparse de Luisito ¿no? Está en una edad muy peligrosa. A mí me parece que lo que le pasa es natural. A la pobre María (la criada) ya hace tiempo que la traía frita. Le metía mano al menor descuido. - ¿Tú crees que se ha enamorado? -¡No, mamá! Que se va a enamorar. Es otra cosa.