A finales de noviembre de 2018 terminó un temporal de lluvias, el enésimo del pasado otoño, que hacía que se superaran récords de precipitación anual en varios lugares de la geografía catalana. En el observatorio Fabra de Barcelona, desde 1914, se batió el récord de precipitación acumulada en los primeros 11 meses del año; en Vic tuvieron el año más lluvioso de la serie, que se inició en 1950; el otoño se caracterizó por los temporales de lluvias con cantidades de precipitación diarias que superaron los 100 mm en varios lugares del litoral mediterráneo, en las ciudades de Tarragona y Barcelona, por ejemplo. Sin embargo, comenzó en diciembre y hasta hoy, el día 12 de febrero, la vertiente mediterránea de la Península Ibérica ha tenido uno de los inviernos meteorológicos más secos de los que hay datos, aunque no se ha acabado, y no se puede hacer balance hasta el 28 de febrero. Así, en la ciudad de Girona sólo se han recogido 25 mm, cuando la media es de 155 mm. Así es la meteorología y el clima en la fachada mediterránea de la Península Ibérica. Como dice Raimon, "en mi país no sabe llover". Vamos de un extremo a otro, especialmente desde el punto de vista pluviométrico. Sin embargo hoy hemos observado los mapas sinópticos de dentro de 4 días y dan esperanzas de que la sequía pluviométrica, no hidrológica, ya que los embalses continúan llenos, está a punto de terminar. Así, a partir del día 18 de febrero un anticiclón de bloqueo situado en los Balcanes junto con depresiones que irán a parar al SW de la Península Ibérica podrían generar advecciones húmedas mediterráneas procedentes del sureste. Por lo tanto, si se cumplen los pronósticos, podríamos tener un temporal de lluvias. Sin embargo, tenemos que esperar ya que los pronósticos se pueden torcer, ya sabemos que la meteorología mediterránea es caprichosa.