De nuevo, otro chasco. Desde hace varios días los modelos preveían que de cara al lunes o martes las lluvias podrían regresar al litoral mediterráneo, no muy abundantes o intensas; pero sin duda una buena noticia tras un invierno paupérrimo en esta zona en lo que respecta a las precicipitaciones. Pero otra vez, los mapas cambian pocas horas antes, y finalmente todo será muy light e incluso ni lloverá en algunas regiones en las que hasta hace pocas horas sí estaba previsto. No tenemos suerte en este invierno, las entradas frías y húmedas se nos van al este o al oeste, y nosotros nos quedamos con el anticiclón de las Azores o con los bloqueos en omega.

No todos los inviernos podían ser como los de 2017-2018, y sobre todo como el inolvidable del 2016-2017, con una sucesión de temporales de levante extraordinarios: precipitaciones intensas, abundantes y generales. Algo que no se ve todos los inviernos y menos en esta zona. Ahora hemos topado con la cruda realidad: ponientes o altas presiones. Una situación que conocemos bien a orillas del Mediterráneo, ya que el invierno suele ser la estación más seca tras el verano, aunque en este invierno los frentes de poniente que dejan 2 o 5 litros ni han aparecido, salvo algún día muy puntual. Algo que no es muy habitual, pero tampoco insólito.

A las puertas de la primavera climatológica, que comienza el 1 de marzo, el panorama no es bueno a medio y largo plazo. ¿Lo bueno? Que la primavera es la época por excelencia del tiempo variable, gracias a que la atmósfera tiende a mostrarse más dinámica (dorsales, vaguadas, anticiclones de bloqueo en latitudes altas, descuelgues de aire frío). Crucemos los dedos, y esperemos que esta primavera compense algo este invierno tan monótono.