Cuenta siempre con un arquitecto técnico en tus obras, ahorrarás dinero y preocupaciones». Desde el Colegio de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Valencia difundimos frecuentemente este lema para concienciar sobre la necesidad de contar con un técnico especializado en cada obra. Es recomendable por calidad o por ahorro en costes, pero sobretodo es imprescindible por seguridad. El pasado viernes este lema me asaltó de repente.

Era 15 de febrero y nos sobresaltamos con las llamadas que recibimos informándonos sobre un derrumbamiento en un edificio del centro de la ciudad. Las noticias que se iban publicando señalaban las obras en una de las plantas afectadas del inmueble y/o las de un local en planta baja de un edificio colindante como posible causa. Cuál fue nuestra sorpresa al descubrir que en el Colegio de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Valencia no teníamos ninguna intervención registrada en Barcas, 7 ni en su vecino de Trànsits, 5. Las obras carecían de visado por arquitecto técnico. La información municipal aún iba más allá: las obras no tenían licencia.

¿Hasta cuándo continuaremos asumiendo riesgos en nuestros edificios? Afortunada, y casualmente, no hubo daños personales, entendiéndolos como daños a la integridad física de las personas, porque emocionalmente, desalojarte de tu hogar, saber que el edificio tiene un daño en la estructura que lo sustenta y acometer las reparaciones necesarias, es un drama para cualquiera de nosotros. No obstante, y sin lugar a dudas, podríamos estar hablando de algo mucho peor. Y ¿se concienciarían entonces todas las personas de que no merece la pena hacer reformas sin técnico especialista?, ¿de no emprender obras sin licencia?

¿Quién se sometería a una operación sin la prescripción de un médico, sin la intervención de un cirujano? Nuestros edificios y viviendas no pueden ser intervenidos sin la prescripción de un proyecto o las directrices de un arquitecto técnico.

Introduzco una reflexión, ¿Le damos la importancia que merece a la inversión más importante de nuestra vida? ¿La mantenemos correctamente? ¿Somos conscientes de que una parte de nuestra vivienda, y esencial, es el edificio que la alberga?

Tenemos también que plantearnos por qué se ejecutan obras sin licencia. En ocasiones, puede ser por el ahorro de costes, los de la licencia en sí y los del técnico que prescriba y dirija la obra. Pero volvamos al punto anterior, ¿de verdad es un ahorro operar sin cirujano? No creo que a día de hoy el promotor de esas obras que han dañado la estructura de un edificio, el interior de varias viviendas, y ocasionado perjuicios a varias familias, piense así.

En otras ocasiones puede deberse al ahorro de tiempo, por los dilatados plazos de nuestras licencias municipales. Pero no siempre son así. Se ha mejorado mucho con las declaraciones responsables, que posibilitan, para determinadas actuaciones, el inicio de obra inmediato. Y en el caso de las licencias, donde sí podríamos hablar de asignatura pendiente, desde el Colegio de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Valencia hemos ofrecido al ayuntamiento de la ciudad nuestra ayuda al respecto, con una propuesta que agilizaría los trámites. Esperamos que pronto el consistorio recoja nuestro testigo y podamos emprender una colaboración fructífera.

Aún así, y aunque analicemos las motivaciones, las obras sin licencia nunca pueden ser una opción. Las posibilidades de tragedias que vemos remotas a menudo suceden, un sencillo tabique puede actuar como muro de carga, una viga puede caer, un edificio puede colapsar y lo más preciado, la vida de nuestros ciudadanos, se puede perder. ¿Merece la pena?