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Ritos de paso

De la cosa pública

Es probable que no vuelva a escribir sobre política, de la política, de nada que tenga que ver con la política, con la res publica. Es probable, incluso, que me despolitice como aquel que se desintoxica de una adicción peligrosa. Pero también es probable que, tal y como soplan los vientos, mi natural escepticismo repercuta en enfado, después en pasión y, finalmente, en un voto convencido el 28 de abril. Confieso que no soy un votante constante, que lo de una persona un voto me parece una sentencia falaz, cuando no pura demagogia. Pero entre la bonhomía plácida de Rousseau y el cinismo constructivo de Voltaire, me quedo con media dosis de cada uno y pienso, como creo que dijo Churchill, que la democracia era el menos malo de los modos de organizar la sociedad. Eso sí, también lo dijo, caro, muy caro, para garantizar la equidad, la participación, la igualdad de oportunidades, etc.

La mañana del pasado viernes, el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, llegó a la sala de prensa para anunciar lo que todos sabíamos: elecciones generales el 28 de abril. Pero eso tardó en decirlo. Antes, expuso los avances de su corta legislatura, se mostró crítico e incluso autocrítico, pero también señaló con el dedo a los que han hecho imposible la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, “la oposición” dijo, un genérico muy difuso que alcanza a gran parte del arco parlamentario, sin matices. La oposición como epítome de la mala salud de hierro de nuestra sociedad. La oposición opositora que va a dar mucho que hablar, tanto las llamadas derechas, tres eran tres, como los conocidos independentistas catalanes. Ambos lados de la mesa tienen algo en común: de aquí al 28 de abril se van a matar entre ellos. Los unos, porque se han empeñado en olvidar a esa masa crítica de votantes, unos tres millones, que en cada elección buscan, con su voto, la estabilidad, la moderación, el buen gobierno, y oscilan, sin estridencias, de un partido a otro; así ganaron el PSOE y el PP sus mayorías absolutas. Los otros, porque están en un callejón sin salida, además de estar encausados. También pesa la foto de la plaza de Colón de Madrid, y tres periodistas leyendo un manifiesto incalificable. Quizás por eso más de un colega está apareciendo en actos políticos, y habrá otros y otras, seguro, que antes del 28-O dirán sus preferencias. Yo también, pretendo votar socialista y en Madrid.

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