A menudo, nos encontramos con personas que sólo alcanzan a comprender lo que no les hace apartarse de sus creencias e ideologías. Niegan con virulento desprecio las opiniones ajenas y muchos son muro que encierra la furia envenenada de los que se creen poseedores de la razón.

A veces, un principio de mal humor, es un intento exagerado de atención. Hay personas que, al intentar expresar nuestras opiniones, diferentes a las suyas, entran en cólera. Y sin razón montan una polémica...

El diálogo debe ser generoso, es el principal gestor de las relaciones interpersonales. La pluralidad no hurga en el tú o en el yo: más bien es un nosotros. Y en el nosotros está el elogio de la sociedad. Qué despreciativo es silenciar aquello que no consideramos nuestro. Y sucede frecuentemente, sí, por naturaleza tendemos a arrinconar, lo que no está tamizado con nuestro convencimiento. Y por supuesto, lo hacemos con una severidad que roza la imposición. Qué triste es tener que suplicar atención cuando alrededor todo es fondo de distancia... Hablamos de alianzas, de unión, de cosas comunes, pero la realidad es que falla el diálogo. Pero siempre los culpables serán otros, los que consideramos enemigos por el solo hecho de no pensar como nosotros. Echen un ojo a las redes sociales, entren en un bar durante un partido de fútbol, vean un mitín político con más gente. O prueben a decir que se han hecho budistas, un domingo en casa de la suegra mientras sirve la paella...

Hay personas que buscan refugio en el silencio, personas que pasan de exponer sus opiniones en determinados lugares. Posiblemente han entendido, que la quiebra del entendimiento conduce a males mayores. Sí, es más peligroso un hombre encolerizado que una fiera. En el despecho de pretender tener la razón muchas personas se trastornar. Lo vemos a diario...

No, no son expresiones ingenuas, son hechos que evidencian la falta de pluralidad. La verdadera causa de muchos males es no admitir que nada se debe dar por sentado. Afortunadamente todo es mutable, por supuesto, depende de nosotros. Ojalá algún día desdeñemos reconocernos exclusivamente en primera persona, y seamos continúa conjugación de plurales. No es malo invocar a la utopía, a veces, es lo único que nos queda...