Las ciudades donde pasa algo son más singulares que las que exponen cosas. Es la diferencia entre una postal y una history. Hace tiempo que los botánicos de València ofrecen su versión más prohibicionista (terrazas, ocio nocturno, hoteles, patinetes), pero nunca imaginé que su deriva conservadora llegaría al fomento del turismo religioso. Ahora se proponen rescatar el insulso debate sobre la autoría auténtica (lagarto, lagarto) del Santo Cáliz, y para ello han recurrido a una experta poco especialista en el carbono 14, el mejor método de datación arqueológica. Por si no hubiéramos tenido bastante sonrojo con los sospechosos velázquez y murillo del Bellas Artes que han desacreditado al museo. Pero lo más chocante es que alguien pretenda convertir el potencial cultural del cap i casal en algo parecido a Lourdes o Fátima. Igual por eso hay una UGT premoderna que denuncia al Centre del Carme en un nuevo palo en la rueda de la progresía antidogmática.
