La Infantería de Marina española -la más antigua del mundo- cumple su 482 aniversario de su fundación por el emperador Carlos I.

Había tenido notables antecedentes, entre los que cabe destacar los «homes de guerra» embarcados en la armada castellana, que dominaron durante dos siglos el Mar del Norte y los «almogávares» en el Mediterráneo, con los que hasta «los peces ni su escamado lomo asomar se atreven, si en él las armas de Aragón no llevan».

Muchos son los episodios de heroísmo y servicio a España de su Infantería de Marina. Entre ellos hay dos de especial trascendencia por su proyección universal.

La batalla de Lepanto en la que intervinieron dos tercios de Infantería de Marina. Una acción decisiva y especialmente arriesgada de las batallas navales de la época era el abordaje. En él Miguel de Cervantes, el infante del Tercio Viejo de Nápoles, perdió su mano.

La victoria frente al islamismo salvó a Europa y a la cristiandad. Sus consecuencias son evidentes si consideramos el grado de desarrollo y libertad de una y otra área.

La defensa de Cartagena de Indias, supuso la derrota de la mayor armada de Inglaterra, al mando del almirante Nelson y del general de marines Wentworth, formada por 200 navíos y 35 000 hombres. Enfrente «el general de navíos, castillos y fortificaciones» Blas de Lezo con 6 buques y 3500 soldados, de ellos 400 Infantes de marina a los que se unieron 600 marineros desembarcados y como dato curioso 500 indios flecheros. Los ingleses sufrieron 23 navíos inutilizados y 9000 bajas. España, 600 muertos. La flota inglesa tuvo que huir vergonzosamente. La victoria española fue gloriosa. A ella siguieron otras en Guantánamo, Portobello, la Guaria, Puerto Cabello, Belice…

La consecuencia fue que se prolongó casi un siglo la presencia española en América y que, como escribe Ussía, «desde Nuevo Méjico, California y Florida hasta tierra de fuego y la Antártida hablan español».

Hoy, la Infantería de Marina sigue siendo un bastión fundamental en la defensa de la unidad, la integridad territorial y la proyección de España en el mundo. De su valor disuasorio dan una idea de que la amenaza de desembarco aliado en Normandía obligó a Alemania a retirar 40 divisiones de Rusia. También lo es el que la elección de Italia y Normandía como prioritarias zonas de desembarco, en vez de hacerlo en el Mar del Norte, hizo que el avance de las tropas aliadas sobre Alemania, fuera más lento y el lugar de encuentro de aliados y rusos fuera el Elba, en vez de ser mucho más al norte, lo que han pagado durante 40 años los ciudadanos de la Europa central.

Además de instrumento de disuasión, la infantería de marina es una fuerza flexible y capaz de intervención variable e inmediata, el «puño de hierro de la armada».

Sus dos brigadas reforzadas, con su propia artillería de desembarco, armas especiales, apoyo logístico, operaciones especiales, grupos stol, comandos especiales, comandos escaladores de acantilados, buceadores de destrucción y apoyo… son garantía de operatividad y eficacia.

Su espíritu de servicio está enraizado en su secular historia. Llega a imprimir carácter como los sacramentos. Se recoge en sus peculiares ordenanzas que exigen cubrir el puesto de mayor riesgo y fatiga siempre al servicio de España.

En el servicio como en la vida, «en paz o en guerra, en calma o tormenta, hay que navegar».