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Qué difícil es ser normalito

En puertas de las pasadas navidades, la gira patroneada por el noi del Poble Sec fondeó en el Auditori del Fòrum. Cuando piano y violín espolvoreaban los acordes... una voz resonó desde la platea: «¡Canta en catalán, que estamos en Barcelona!». Serrat indicó a los músicos que hicieran un alto y tomó la palabra de forma severa en la lengua reclamada con tal exigencia: «Mire, siempre hay alguien que viene despistado. Perdonen, todos vamos despistados a muchos sitios. El despiste es general, es decir que no aplaudan. Esto es un espectáculo, señor, que se llama Mediterráneo Da Capo en el cual estoy repasando las canciones de un disco escrito en el 71 que integra diez canciones, todas en castellano. Entiendo que usted no lo entienda, pero va así. No es por no saber que estoy en Barcelona, lo sé seguramente antes que usted y, desde antes, estoy trabajando por esta ciudad. Le pido que me deje hacer mi espectáculo tal y como está diseñado. Le aseguro que es el primera vez que yendo por el mundo, esta puesta en escena encuentra a alguien que dice esto. Se lo digo para que pueda sentirse orgulloso. Muchas gracias».

Un mes después, manifestantes independestistas salieron en Colliure al paso del homenaje previsto a un poeta de Sevilla y, antes de que llegara el presidente del Gobierno que venía de rendir tributo a Azaña, vociferaron a miembros de la Fundación Antonio Machado llamándoles «fascistas». Se ponen los pelos de punta.

Serrat ha despedido febrero en el Beacon Theatre, de la neoyorkina avenida Broadway, con esta introducción sobre la marcha: «Voy a hacer una canción en catalán. Antes la voy a traducir porque algunos aseguran que no es un idioma, que solo hablamos así para que no nos entiendan. Y no. Los catalanes queremos que se nos entienda, como todo el mundo». Zoido compareció para dar cuenta de por qué sucedió ese gran alboroto en Cataluña que lo tenía ante el Supremo pero, pese a su acento familiar porque es de mi pueblo, no entendí nada. Y Machado ni les cuento.

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