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Julio Monreal

Elecciones generales... y valencianas

En su afán por evitar el adelanto de las elecciones autonómicas al 28 de abril para hacerlas coincidir con las generales, la vicepresidenta Mónica Oltra ha tensado tanto la cuerda que ha levantado las últimas brumas que cubrían el decreto de convocatoria, una prerrogativa del presidente de la Generalitat, Ximo Puig. En todos los círculos políticos, económicos y sociales se da por hecho que antes del martes día 5, pasado mañana, el jefe del Consell firmará el documento que disuelve las Corts Valencianes y llamará a los ciudadanos a votar un mes antes de lo que estaba previsto.

Las palabras de la vicepresidenta al dar cuenta de los acuerdos del pleno del Consell, el pasado viernes, subrayando que no hay motivo político ni de otro tipo para adelantar los comicios autonómicos, solo pueden ser interpretadas en clave de desafío al presidente. No hablaba como portavoz del Consell, puesto que ese asunto no había sido debatido, sino como una agente activa de un partido político, Compromís, cuyos intereses electorales parecen no coincidir con los de los socialistas. Y ante la alternativa de atender sus intereses y los de sus socios nacionalistas, el presidente Puig parece decantarse por los de su propio partido. No resulta descabellado.

El mes que media entre el 28 de abril, fecha elegida por Pedro Sánchez para las elecciones generales, y el 26 de mayo, día de votaciones municipales, europeas y autonómicas en la mayoría de las comunidades, es desde el viernes del desafío de Oltra como los «minutos de la basura» de los partidos de baloncesto cuando ya está todo decidido. Los socios del Botànic ya se han dicho demasiadas cosas y además se disputan una parte del electorado. ¿Cómo gobernar desde la Generalitat mientras se hace campaña para el Congreso y el Senado? La legislatura valenciana está agotada prácticamente desde que Pedro Sánchez perdió la votación de los presupuestos.

Por lo que respecta a Ximo Puig, el presidente lleva muchos días reflexionando sobre la cuestión. La Comunitat Valenciana es la única autonomía histórica que mantiene su calendario electoral en la misma fecha que sus hermanas del artículo 143 de la Constitución. Se acaba de reformar tras ocho años de trámite el Estatut que consolida esta singularidad valenciana y al presidente y a muchos miembros de su equipo se les hacen los dedos huéspedes ante la posibilidad de estrenar el nuevo marco autonómico, alentados todos por unas encuestas que indican viento muy favorable. Por si fuera poco, las elecciones generales proporcionan al líder socialista el paraguas que no tuvo para adelantar los comicios al mes de diciembre. Nunca se han celebrado elecciones autonómicas en solitario, y los estrategas del PSPV-PSOE temían que la participación fuera baja teniendo como único objeto las Corts Valencianes, sin urnas para elegir ayuntamientos o el Parlamento Europeo en las mesas de al lado. Sin embargo, y como este diario ha publicado en las últimas horas, las elecciones generales son las que más ciudadanía movilizan, y si uno va a votar echa su papeleta en todas las urnas disponibles. Así las cosas, eso de que los medios de comunicación y la sociedad hablen durante un mes y en la misma frase de «elecciones generales y valencianas» es un estimulo añadido para quienes han de decidir, una singularidad que dará visibilidad a la Comunitat Valenciana, que es lo que Puig lleva persiguiendo desde que fue elegido presidente con su permanente denuncia de infrafinanciación e infrainversión procedentes del Estado.

Pero no lo ven así los socios de Compromís, o al menos su lideresa, Mónica Oltra, a pesar de que siendo los más nacionalistas del arco parlamentario regional, habrían de ser los primeros interesados en salir del calendario electoral del artículo 143 de la Carta Magna. El desafío de la vicepresidenta retrata a Compromís como una formación sorprendida con el pie cambiado, sin candidatos elegidos y con encuestas poco favorables, que necesita el mes que Ximo Puig parece estar dispuesto a recortar para recomponer su figura, Y además no deja al presidente otra alternativa que adelantar las elecciones. Si Oltra plantea las cosas en términos de pulso, el jefe del Consell no se dejará ganar teniendo en su mano las herramientas y la legitimidad.

Pero Puig y Oltra no son los únicos actores. El eurodiputado valenciano del PP Esteban González Pons comenta estos días que a su juicio y el de su partido, lo mejor es adelantar los comicios autonómicos, y lo mismo aseguran tanto la presidenta de los conservadores, Isabel Bonig, como el candidato de Ciudadanos a la Generalitat, Toni Cantó.

Desde una perspectiva independiente, la patronal de Salvador Navarro se alinea con la anticipación de los comicios para evitar que el Govern esté parado más tiempo del necesario. La sucesión de campañas mantendrá detenida prácticamente toda la Administración, pero la vida sigue y hay que prestar servicios y pagar las facturas. Y todo ello además de que los empresarios están hartos de políticas y decisiones de Compromís empujadas por el liderazgo de Oltra. Ninguno se alineará con su canto a la normalidad. Se acabó lo que se daba.

Alumnos como mozos de los recados

La Universidad Politécnica de Valencia mantiene abierta una investigación tras la denuncia realizada por alumnos de Arquitectura contra determinadas prácticas en el Departamento de Urbanismo. Según la queja, de la que viene dando cuenta Levante-EMV, estudiantes de grado están siendo utilizados por determinados profesores para realizar trabajos de campo que luego los docentes usan en su beneficio para publicaciones o suma de méritos en su curriculum personal. Los alumnos aseguran que se sienten mano de obra gratuita y que han de acceder a estas prácticas para no verse perjudicados en sus calificaciones. En uno de los casos que está sometido a investogación, los estudiantes habían de recoger datos en distintos parques de la ciudad de València para aportar material a un análisis encargado por el Ayuntamiento de València a la Politécnica. La realización de ese trabajo y sus conclusiones ha resultado decisiva para que una de las profesoras haya obtenido la plaza de contratada doctora en dicho departamento tras un proceso de selección en la institución docente. Hará bien el equipo del rector Francisco Mora en despejar toda duda sobre la participación de alumnos en trabajos de los profesores, una práctica que remite a tiempos superados, hermana de la de «recomendar» la compra del manual escrito por el profesor para seguir de la mejor manera los contenidos de la asignatura.

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