Uno ya no acierta a discernir si el PP asturiano se ha convertido en la casa de los líos o en la buhardilla de la Rue 13 del Percebe, con el cobrador del frac a las puertas de la sede, dispuesto a pasarle factura a Mercedes Fernández por haber llenado el piso de hijos pródigos que se le han ido con los tenedores de plata y la vajilla de loza de San Claudio.
Cherines se equivocó al tender puentes dorados a los que corrieron a escuchar, en estéreo, los cantos de sirena del casquismo y tiempo después regresaron con el rabo entre las piernas, pidiendo auxilio y cobijo, como en la parábola bíblica. Algunos hasta le fueron a llorar a las puertas del Parlamento asturiano, les dio cuartelillo y cargo y ahora se la han vuelto a jugar, adscritos a la ola del malladismo, a ver si con el cambio de rumbo les sigue cayendo algo. En esa estrategia erró la lideresa, aún, de los populares asturianos: no se puede enseñar a una avispa a hacer miel sin que te clave el aguijón.
Hay embrollo de nuevo en el Hostal Royal Manzanares, patio de comedias, entre la que todavía manda y la que aspira a ello. Mientras Mercedes se despacha aviesamente con las bondades de concurrir en Asturias del brazo de Foro, Teresa responde que ni para ir a por pipas al quiosco de los Jardines de la Reina. De ir ambas siglas en amor y compañía ¿a quién ponemos de candidata, a Mallada o a Moriyón? He ahí, la manzana tendida por Cherines, que lleva gusano dentro.
Mientras, Asturias pierde un diputado por la sangría demográfica, lo cual amenaza con menguar el suflé y convierte la batalla electoral que se avecina en más encarnizada, con tantos a repartir menos ración. Mas no sufra congoja el ciudadano, que podría no haber un solo parlamentario asturiano en Madrid y no se notaría la pérdida.
