Prefiero la indiferencia a la censura. Y sobre todo si es unilateral y a las bravas. No es por ir contracorriente y menos de provocador, que ya hay muchos, demasiados (empezando por los de HazteOír), pero no me gusta la imagen de un grupo (mínimo, una decena de personas) quitando los vinilos del autobús de la organización ultracatólica. Esos que tunean el rostro de Hitler con símbolos feministas y en los que se puede leer «StopFeminazis» y «No es violencia de género, es violencia doméstica». Mensajes hirientes no para el feminismo o el colectivo Lgtbi, sino para cualquier persona con un mínimo de sentido común y de la tolerancia, que empieza a ser ya el menos común. Deplorables, sí, pero respetables. Lo mismo que diría de expresiones como «Que explote un bus del PP con nitroglicerina cargada» o «Tu bandera española está más bonita en llamas», por las que el rapero Valtonyc está condenado injustamente, en mi opinión. No ultrajemos la libertad de expresión con sectarismos.
