Uno de los asertos recogidos en The Code es: “La Tierra necesita un abogado”. El “documental militante” presentado por el exjuez Baltasar Garzón, durante las jornadas del Humans Fest 2109, patentiza la búsqueda de un nuevo código de la Jurisdicción Universal que contemple, entre otros, los delitos medio ambientales. “Casi es un productor”, comentó Javi Vilalta director del festival al presentar al jurista jienense poseedor de hondas raíces campesinas, por lo que sabe cuan imprescindible es la naturaleza.

“Los enemigos que hablen en otro sitio”, no en un proyecto de juristas internacionales y nombres de prestigio que abogan por la instauración de mimbres legales para la persecución de desmanes ecológicos, irrefutables crímenes contra la Humanidad, “Ley del ecocidio que hoy en día sigue sin ser un crimen. Nos han vendido destrucción por desarrollo”. Por su parte, el magistrado y presidente de la Fundación por la Justicia, apoyándose en muletas, José María Tomás i Tío, participó también en la charla: “Todos (todas) somos víctimas porque el universo nos pertenece. El enemigo es la impunidad. No lo debemos consentir”.

Siendo las cinco de la tarde la hora fijada para el evento, media hora antes ya se concentraron una docena de personas ante el portón del Aula Magna de La Nau, previendo un lógico llenazo que posteriormente quedaría en la ocupación de la mitad del aforo. “Destruir la cultura de la impunidad”, es el exhorto hecho por un abogado español entrevistado en la filmación, donde se reproducen terribles imágenes de incesantes devastaciones llevadas a cabo por parte de empresas, para lo que cuentan con el auspicio de gobiernos; “Aunque no hayan víctimas directas son crímenes contra la Humanidad”. “Debemos controlar el lado oscuro de la globalización” dice la voz en off de Garzón en la película. “Fraudes alimentarios masivos. Es un problema de avaricia; utilizar el recurso hasta liquidarlo. Estamos en una torre de Babel inmensa, no tenemos tiempo que perder”. George Sand, novelista y escritora de teatro, en el libro “Un hiver a Majorque” (Un invierno en Mallorca), describiendo el paisaje de la isla escribió: “Hoy la vegetación es aún tan abundante y hermosa que el viajero no piensa en lamentar el pasado, pero hoy como entonces, y en Mallorca como en toda España, el abuso es aún el primero de los poderes. No obstante el viajero no oye jamás un lamento, porque al empezar un régimen injusto el débil se calla por temor y, cuando el mal está ya hecho, sigue callando por costumbre”.

Impunidad en espantosas masacres, muchas veces inducidas desde otras latitudes donde intereses multimillonarios tercian para instalar o robustecer a mercenarios del terror que, salvaguardados y plenamente conscientes de su impunidad pactada. Pero. “Las víctimas tienen mucha memoria, porque son décadas de impunidad”. “Cuando son crímenes económicos es cuando empiezan las dificultades; me asusta el afán del poder de proteger a los perpetradores”.

“Cada vez es más ostensible que hay un poder económico” que dirige sus abominables acciones hacia la destrucción total de las fuentes regeneradoras de la Tierra; “Hoy el capital ha convertido en nuevos activos financieros el agua, el aire, los alimentos, la energía, en objetos de especulación en los mercados de valores, sin importarle que sean elementos imprescindibles para la vida vegetal, animal y humana. Es necesaria una gran alerta mundial ante este desastre”, escribe Lourdes Lucía en “Algo se mueve”, capítulo integrado en la obra colectiva titulada “Reacciona” , y en la que también participa con “Reaccionar para avanzar”, el presidente y director ejecutivo del Centro Internacional para la promoción de los Derechos Humanos de la UNESCO de Argentina, Baltasar Garzón Real: “Se ha cedido de forma definitiva a la acción de los que siempre detentan el poder real en una sociedad galvanizada y adormecida a la que cada vez más se le restringe el protagonismo en la esfera de los acontecimientos que la afectan y marcan su destino. Los falsos líderes aparecen como salvadores de las conciencias de esa sociedad sumisa, sometida al encanto del insulto y la vaciedad”

Minas de coltán, diamantes, oro, sílice y caolín, “Deberemos cambiar el nombre del pueblo: de Villar del Arzobispo a Villar de las Minas”, (“ecologistasenacciónlaserranía”, 02/01/2018), plásticos, detritus químicos, pesca lesiva y descontrolada de ballenas y otras especies marinas, extinción de aves y demás seres vivos, estén o no protegidos, sin olvidar la desmesurada utilización de la “tríada de hermanos geológicos”: los hidrocarburos productores de energía: carbón (sucio), gas natural (difícil de transportar) y petróleo; merman la supervivencia del planeta y sus condiciones de habitabilidad. Tribus amazónicas caen bajo ambiciones asesinas que vulneran todos los derechos humanos. “Mi madre decía que una mujer cuando ve que su hijo es torturado, quemado vivo, no es capaz de perdonar a nadie y no es capaz de quitarse ese odio”, relata Rigoberta Menchú en su autobiografía, escrita por Elizabeth Burgos. Indígena maya quiché (Guatemala) es consciente de la degradación que siempre sufren los pueblos aborígenes bajo el yugo de poderes especulativos que no se frenan ante nada. Todo troca en tragedia. En Méjico, “ochenta y nueve mujeres han sido violadas y ejecutadas en dos mil dieciocho”. Cuando pueblos “originarios” son acechados por la avaricia empresarial, económica, financiera, “Se les invisibiliza para degradarles más la vida”.

“El medio ambiente como sujeto de Derecho”, pero, “No hay formulación penal”. En tal empeño están a fin de dar al traste con la impunidad de ese medio millar de implacables lobies que abocan a las siguientes generaciones a sobrevivir precariamente, desertizando más y más los pulmones del planeta, hasta convertirlo en una gran isla de Pascua donde tan sólo subsistirán gigantescos tótems inanimados. Ante tal apocalipsis, “La ciudadanía tiene fuerza. Los ciudadanos y ciudadanas no son autómatas y consiguen que los cambios lleguen. Todo tiene importancia. Si no se intenta nunca se va a avanzar”.

Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía política, disertando desde una empolvada y maciza mesa en el repleto Paraninfo de La Nau, en su charla “Vida y muerte de las democracias”, afirmaba: “No tenemos golpistas, tenemos oportunistas”, oportunistas de las noticias mentira que generan mensajes contra de la defensa del medio ambiente y la naturaleza, soeces negativistas del cambio climático. “¿Qué puede salvarnos de un auténtico mono que es Donald Trump? Hagamos sistemas que no compensen ser corruptos”. En turno de preguntas un joven selló su parlamento con una proclama harto aplaudida: “Benimaclet no quiere especulación”. En el mismo recinto, el actor Juan Diego Botto confesaría con anterioridad: “La impunidad del poder. Si nos hubiésemos quedado en Argentina posiblemente habríamos terminado siendo secuestrados”.

Impunidad en incendios provocados en Euskadi, Cantabria y Asturias; “lo acaba de prender que lo he visto”, impunidad en matanzas de animales “Matan a golpes a cuatro caballos salvajes y hieren a otros cinco en Oia”, (“La Voz de Galicia”, 21/01/2019).

Ana Gimeno, valenciana, casada con una nicaragüense, encabezaba la pequeña manifestación “SOS Nicaragua” que se unió a la feminista del primer miércoles de septiembre del año pasado, confesaba: “El pueblo se subleva. A quien no defiende su bandera lo mata. Cuatrocientos ochenta y un muertos, presas políticas, estudiantes, comunidades indígenas, gente de a pie. El presidente (José Daniel Ortega Saavedra) quiere hacer un canal y quemó una selva”.