Hénos aquí arrastrados por la ola del adelanto electoral, sumergidos en aventurados pronósticos sobre beneficiados y perjudicados, aturdidos por los augurios de quienes ya se ven presidente o presidenta, atribulados por los lamentos de quienes se consideran ofedidos y menospreciados... Y súmenle ustedes todos los estados de ánimo que se les ocurra, porque los hay para todos los gustos. El 28A será, a juicio de algunos, un hito histórico en el desarrollo autonómico de la Comunitat Valenciana. O un armagedón para el promotor de la iniciativa, a juicio de otros. Lo único cierto es que nos encontramos ante una confluencia insólita en nuestra reciente historia democrática que, además, habrá de capear con el ímpetu vacacional de la ciudadanía. Casi dos meses hasta el 28A y tres hasta el 26M se antojan largos, cuando no interminables, para la paciencia del sufrido ciudadano. Suerte tendrán si no nos cogemos todos vacaciones y cerramos por descanso del personal, que buena falta nos va a hacer.
