Pese a los argumentos lingüísticos que pueda emplear la RAE, creo que en esta ocasión es necesario utilizar la palabra «todas», en plural femenino, para referirnos e incluir a las mujeres y hombres que en el Día Internacional de la Mujer apostamos decididamente por la igualdad efectiva de todas las personas, indistintamente de su sexo, así como contra cualquier tipo de machismo y violencia de género.

Los 1.000 motivos planteados por los colectivos feministas convocantes, dan muestra de la magnitud del problema, que hunde sus raíces en cuestiones estructurales de nuestra sociedad. Por esta razón, este viernes será una fecha reivindicativa, donde las mujeres tomarán la palabra y serán capaces de parar el mundo, como dice uno de los eslóganes con los que se convoca esta gran movilización, que a buen seguro igualará o superará la del pasado año.

La fuerza que ha adquirido este movimiento en los últimos tiempos, con una gran capacidad de convocatoria y simpatía, no ha pasado inadvertida para nuestra clase política, máxime cuando estamos ante unos meses de especial ajetreo electoral y las mujeres representan el 60 por ciento del voto indeciso. Por ello, la presente convocatoria viene precedida por un desagradable ruido de fondo que ha tomado la errónea decisión de introducir esta cuestión en el debate político, algo que sólo servirá para crispar y polarizar las posiciones, conformándose en una peligrosa instrumentalización de la igualdad y los derechos de la mujer.

Personalmente creo que este tema debería haberse mantenido como políticas de Estado, que concitaran el acuerdo unánime de todo el arco parlamentario, dedicándose los políticos sólo a promover los medios y recursos necesarios para erradicar unos datos y una realidad donde se viene discriminando a más de la mitad de nuestra sociedad, por el mero hecho de ser mujer.

Desde posicionamientos centrados y coherentes, respetando a quienes decidan secundar o no la huelga, así como acudir o no a las distintas manifestaciones convocadas, lo importante es alejarse de los que juegan al mero oportunismo político. Dejemos que sean las organizaciones representativas, los profesionales y la sociedad en su conjunto la que tome la iniciativa en el debate de las ideas que, con toda seguridad, se está ganando. Así, es precio reconocer que términos como igualdad, visibilidad o empoderamiento alcanzan a diario nuevas metas, las cuales se conforman en auténticos hitos irrenunciables, donde no caben acciones que pretendan deconstruir lo andado. Todas y todos, en el papel que nos toca ocupar el día 8 de marzo, apostamos sin fisuras por la edificación de una sociedad plenamente igualitaria.