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El desliz

Noticias falsas y sus autores

Una noticia falsa entrañable es la de esa señora de un pueblo de Salamanca que fingió ser ciega durante 28 años para no tener que saludar a sus vecinos. De talante arisco, resulta que la mujer estaba harta de pararse continuamente en los descansillos, en las tiendas y en las plazas para intercambiar cuatro frases de cortesía con todo bicho viviente, y decidió cortar por lo sano. Simuló que no veía y así se evitó durante lustros la pesadez del trato social y el cotilleo. El relato exponía que la constatación de la falaz ceguera, descubierta por casualidad, sumió en el desconcierto a los paisanos de la protagonista, y añadía que su broma podía costarle un disgusto puesto que había estado percibiendo ayudas sociales destinadas a personas realmente invidentes. Reconozco que me pareció una genia, la ciega falsa. Su peripecia me dio para una columna sobre el infierno que son los demás, y la llevaba por la mitad cuando leí en la versión digital de un diario la disculpa por haberla publicado como un hecho cierto, cuando en realidad era una chorrada viral inventada, un embuste con versiones para los distintos países por los que circulaba. Tuve que borrarla y buscarme algo mejor, o como mínimo real, sobre lo que escribir.

La noticia falsa que más aborrezco se refiere a todas esas ayudas y subvenciones de la administración que reciben los inmigrantes, y que están vedadas a los españoles. Sobre ellas me preguntan con frecuencia: «Tú que eres periodista y lo sabrás? ¿verdad que a los extranjeros les dan pisos/subsidios/becas?» Cuando contesto que no, que se trata de un rumor malintencionado para enfrentar a pobres contra pobres, un retazo del discurso del odio y una estupidez basada en el prejuicio, la que recibe la desconfianza soy yo. «No lo publicáis porque no os interesa»; «una cuñada mía estaba en la cola del paro y vio como a una inmigrante le daban...»; «mi primo conoce a uno que cobra...» y en ese plan. No hay desmentido que valga para la mentira favorita de quien no desea ver. Los ciegos voluntarios de la primera noticia falsa se creen lo que quieren, y se creerán a quien diga que su programa electoral incluye poner coto a los que llegan de fuera para quedarse con el trabajo y con el dinero público. Acabar con lo que no existe, o sea.

La ultraderecha de Mallorca viene de hacer el ridículo después de otro 8 de marzo glorioso, en el que con una tranquilidad ejemplar, más de 20.000 personas salieron a la calle en Palma para pedir un futuro con más feminismo. Llevábamos semanas escuchando a sus portavoces ofrecer datos manipulados sobre la lacra social que supone la violencia machista, informaciones espurias que minimizan los efectos de la desigualdad entre hombres y mujeres, y demás trolas sexistas. Una catarata de noticias falsas que culminó en la traca final de la supuesta agresión a una joven por parte de «feminazis» en Son Servera. Dicho ataque jamás existió, aunque el partido ultramontano de moda lo publicitó, le dio cobertura nacional y lo denunció incluso después de demostrarse que era un bulo. Cuando el cuento ya no pudo sostenerse más y con la soberbia que caracteriza su discurso, se autoproclamó víctima principal del engaño y a otra cosa, mariposa. A confiar en que su electorado prefiera creerse la noticia falsa antes que la verdad.

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